Los chicos de Proyecto Singa deslumbran en el Palau de la Música en la presentación de 'Flaumenco'
Cuando alguien disfruta se nota. En el ambiente, en un pie que se escapa y no controla sus golpes contra el suelo, en una sonrisa o un '¡olé!'. Ayer la Sala Iturbi del Palau de la Música disfrutó. Los niños flautistas sonrieron allà arriba en el escenario, los músicos no controlaban los pies, los jovencÃsimos cantantes hinchaban el pecho orgullosos y las bailarinas taconeaban, apasionadas, las tablas,. Todo ellos, colaboradores del 'Proyecto Singa: un sueño compartido', presentaba su primer disco titulado Flaumenco. Un disco que es mucho más que un disco, y no solo por el sorprendente nivel de un grupo tan joven.
Si este disco es especial, es porque viene de donde viene: directamente de los centros educativos de El Cabanyal y los Poblados MarÃtimos de Valencia, una zona castigada durante dos décadas por el abandono institucional y la estigmatización del resto de la ciudad. Allà la población gitana ha aumentado considerablemente en los últimos años, lo cual ha provocado tensión entre los vecinos del barrio y los nuevos inquilinos. Por eso, en 2007 nació 'Proyecto Singa': para trabajar en la inclusión y cerrar la puerta a los prejuicios. Y qué mejor forma que hacerlo que desde la música, lenguaje universal que no entiende de etnias. Desde entonces, músicos voluntarios tanto amateurs como profesionales y profesores han colaborado con el Santiago Apóstol, el colegio San Pedro, Cavite, San José de Calasanz, Nuestra Señora del Carmen, el IES El Cabanyal y el IES San Vicente Ferrer en la creación de un espacio donde los alumnos gitanos y payos pueden dar rienda suelta a su pasión por la música juntos. Tal ha sido el éxito de la iniciativa que el año pasado, después de haber ofrecido conciertos de bandas sonoras, rock y música religiosa, Proyecto Singa lanzó su primer disco con la participación del CEIP San José de Calasaz, el Virgen del Carmen, el Santiago Apóstol y el IES Berenguer Dalmau: Flaumenco, una pieza compuesta por diferentes obras flamencas acompañados por flautas dulces, que son la base del conjunto instrumental.
A los chavales se les unieron una pequeña banda formada por trompetas, saxofones y un violoncello, además de las profesoras y alumnas de la escuela de baile Estudio21. Bajo la batuta del directos, Vicent Sierra, el grupo ofreció un recorrido flamenco en el que deslumbró tanto la voz de los jóvenes, jovencÃsimos cantantes gitanos, como la fuerza de las guitarras y las palmas, los solos de los instrumentos y los taconeos, mantón y cola incluidos. No fue un festival escolar al uso, ni mucho menos. Disfrutable, ameno y divertido, el espectáculo mezcló teatro, danza y música y labor social y consiguió levantar a los presentes y salir ovacionados, constatando no solo que el Proyecto Singa está muy vivo, sino que es capaz de tirar abajo muros tan crueles como la marginación pero no tan fuertes como la música.