Este es el origen del fartón que mojamos en la horchata
Sobre todo en verano, el consumo de fartones se dispara. Es normal mojarlo en la horchata donde su suave textura queda rápidamente empapada por esta chufa líquida. Pues no hay que ir a orígenes históricos para encontrar el punto de partida de este dulce ya tan típicamente valenciano, ni a los árabes ni a ningún otro reino como suele ser habitual en estos casos. El fartón es valenciano y nació en la década de los 60.
Está fabricado con harina de trigo, azúcar, aceite de girasol, agua, huevos, levadura prensada, complementos panarios y sal. Un alimento tierno, esponjoso, ligero y que no contiene ni conservantes, ni colorantes. Y aunque la horchata sí que es antiquísima, desde aquella leyenda que dice que fue bautizada por Jaume I que al probarla dijo “açó es or, xata”, lo cierto es que durante décadas los horchateros de Alboraya pensaron y pensaron hasta encontrar el dulce perfecto para acompañar a su bebida.
En los 60, la familia Polo elaboró un bollo especial, alargado, dulce y tierno capaz de absorber la horchata sin problemas. Además su forma alargada permitía introducir el bollo hasta el fondo del vaso, da igual cuál fuera la forma de éste. Y de esta manera nacían los actuales Fartons Polo, los auténticos inventores de els fartons valencians.
En la década de los 90, como no, surgió la competencia con bollería congelada con forma de fartón y por ende, marcas de la competencia. Incluso en los últimos años está más de moda que nunca los fartons caseros producidos por las mismas horchaterías. ¡Qué aproveche!