M. J. Zapater presentará el 22 de abril en Oropesa su poemario Sol de Hastío
María Jesús Zapater presenta por primera vez su poemario: Sol de hastío (Antología poética 1996-2014). Será el sábado 22 de abril, en Oropesa del Mar (Castellón). El acto empezará a las 11:30, en el local de GS Gestión y Servicios, ubicado en la avenida de la Plana nº 62 de dicha localidad. Estará acompañada por el pintor y escritor Juan Antonio Tomás. Previsto que esté el autor de la portada, el pintor Jorge Rubert, quien asista tendrá así la ocasión de llevarse un ejemplar único, en edición limitada de tapa dura, firmado doblemente: por este artista valenciano y por la propia Zapater. En el recital de poesía se podrán ver también los poemarios originales, hechos a mano con cueros y herrajes por la misma autora y por su esposo, Jose Miguel Perales, quien la introdujo en el arte de la encuadernación al estilo antiguo. Abre esta antología, que reúne 3 cuadernos de versos, un exhaustivo prólogo del poeta valenciano Blas Muñoz Pizarro. Blas Muñoz, con su gran maestría, nos entreabre el abanico técnico de recursos que nutren los esmerados versos de esta periodista, de una escritura activa más allá del habitual uso.
Es la primera vez que Zapater presenta este poemario, denso y completo, pero también la primera en que nos trae poesía en un acto público, «quitando el comodín del micrófono radiofónico», según confiesa. En ocasiones anteriores esta periodista nos ha ofrecido relatos, novela, soflamados artículos y hasta teatro radiado, pero, pese a ser la poesía el primer género que cultivó, y al que regularmente continúa prestando oído, hasta ahora no había previsto recitar cara a cara, ante un aforo.
De 1996 a 2014, a lo largo de sus 210 páginas comprobaremos que en Sol de hastío hay algo más que una precocidad explícita o un camino pertinaz que nos lleva siempre a la belleza: hay una tabla de salvamento a flote, de necesidad vital empedernida. La voz mimada de las letras, que llegan (de acuerdo con Juan Antonio Tomás) «como caídas del cielo», es lo que degustará el lector que se adentre, no sin iniciación, en esta rica desmesura. Desmesura que, no obstante, está hecha como «un traje a medida del instante», como ella dice, fiel a una métrica no siempre fácil de conseguir, como se verá. Y es que evidente es el empeño obsesivo de esta escritora por preservar la forma, las palabras-cofre que llenan como un prisma de significados y sentidos sus, a menudo, breves y concentrados poemas. Liras clásicas de poso moderno, décimas, sonetos y, sobre todo, estallidos de silvas conforman un volumen «para no perdérselo, aun perdiéndose en él. Palabra», asegura su autora.
Quien busque es sus páginas «tendencias de última hornada cortadas sin patrón», como esta poeta advierte, no las encontrará. Esto es así porque, como Blas Muñoz muy bien dice en su prólogo, Zapater es el arquetipo de la voz que se aleja de las «capillas literarias» para seguir su trayectoria solitaria de «insobornable independencia». En palabras de este gran poeta, Premio Nacional José Antonio Torres, entre otros muchos, Zapater se diferencia del resto de su generación en que es «orfebre de la palabra»: sólo tiene ojos para pulir esa especie de conciencia que en la intimidad desentierra aciertos, «redomas que, allá dentro, en nuestro más sensible fuero (afirma Zapater), parece que nos suenan y que muy pocos comprenden».
LA GLICINA
La mañana me espera
con la glicina descorchada. Agita
contra el hielo (recuerdos) la marea
de espuma venidera.
Ebria estoy de racimos
hechos silva, y preciso que me ordenes
este azúcar de malva entre vaivenes
que el aire apelotona:
acuarela lejana en persistencia,
desquiciada del marco cotidiano.
Redondo en el estómago, pretérito
perfecto ya revuela.
Su vino súbito me sube al cielo
en lila para verte,
y entonces vuelvo a amar lo que ya amé,
y el presente se tiende,
como recién lavado e imperfecto,
a contraluz de «habrás amado cuando
llegue yo». Porque no siempre el futuro
es perfecto ni da en el blanco de estas
sábanas, ya amarillas.
Una brizna de abismo
en él prendida se abre
entre ‘ame’ y ‘amé’. ¡Pálida confusa!,
¡la Wisteria sinensis de mis días
sin historia, trepando por los muros
encalados in albis de añoranza
y en mi histeria espumosa!
Es el aire quien roba la fragancia,
el mismo que las horas
hace rodar resecas y fantásticas,
de inmutabilidad lejana henchidas.
Zarparé en la botella
vacía y al timón de un bello instante;
mis sábanas, de vela,
rumbo a tu calma aislada.
Quiero ver si descifras el mensaje
de este bogar de verbos entre flores.
Y quiero que me aclares,
que al aire tiendas mis augurios turbios,
que me brindes tu ‘ahora’ como un trago
que tenga al precipicio
siempre en la punta de la lengua. Quiero
un perfume que paute
el furor de mis días con la flor
de tu derroche, y que me digas ‘sí’
sin delirios, glicinas ni resaca.
Como el que emprende un viaje
con el corazón limpio
y una maleta vieja de confianza.
M. J. Zapater
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