Esther Vidal: "He llegado a culpar a mi violín de mis frustraciones. Ahora le doy besos"
Su pelo rojo y su pinta rockera rompen con el aspecto tipo que el imaginario social asignaría a una persona que se dedica a la música clásica, pero esto le da un toque especial que la hace reconocible para el público y provoca que ese mismo público se le acerque a saludarla en la calle después de un concierto. Hablamos con Esther Vidal, violín primero de la Orquesta de Valencia.
Esta mujer valenciana, que ha llegado recientemente a los cuarenta, se muestra vital y cercana y disfruta de todo tipo de música: desde las sinfonías de Mozart a Fangoria. Y se declara fan de Marilyn Manson: "Si voy en el coche y sintonizo Cadena Dial me gusta igual", dice.
Decidió dedicarse al violín desde muy pequeña. "A los tres años ya tenía claro lo que quería ser. Mi padre ha sido trombonista y es, además, un gran aficionado al violín. Mis hermanas se veía que no tenían la misma afición, pero mi padre vio que a mi me gustaba mucho la música y me implicaba. Tengo una foto con tres años dirigiendo la banda de Sumacàrcer con una batuta más grande que yo, imitando a mi padre. Lo admiro mucho", cuenta la violinista mientras sonríe rememorando su infancia. No recuerda exactamente cuando cogió su primer violín pero sí que a los ocho años ya tenía uno e iba al conservatorio con él. Estudiaba solfeo en la escuela de Balmes con Doña Rosarito Ferrer, "una mujer muy auténtica", asevera Esther. Continúa explicando que ya de pequeña era "bruta" pero reconoce que hay una sensibilidad especial por la música, por el arte. La violinista reconoce que "todo el mundo no puede ser músico. Has de tener un oído, una sensibilidad, un sentimiento. Por eso pienso que deberíamos dar gracias todos los día por poder dedicarnos a lo que nos gusta". La música no es solo su trabajo: "el músico necesita hacer música" se dedique o no a ello profesionalmente. Esther disfruta transmitiendo y haciendo que la gente se emocione con lo que ella hace, una emoción que, dice, el propio músico siente. "Has de tocar principalmente para ti, si sientes lo que haces es cuando los demás lo van a sentir. Si tocas solo para los demás esto se convierte en algo artificial que solo busca aprobación. La música es una manera de hablar" dice Esther Vidal, añadiendo que es un lenguaje y que en él se encuentran muchas historias. Preguntada por si la gente entiende la música clásica, la músico contesta que "no, nunca te enseñan lo que es la música clásica y eso hace que la mayoría piense que es un coñazo, pero cuando nosotros, algunos amigos, damos pequeños conciertos en algún bar y hacemos la música clásica accesible, la gente disfruta". "Me gustaría que se rompiera la visión de la música clásica como un coñazo. Cuando amigos vienen al Palau y nos escuchan, flipan" afirma con naturalidad. Esther Vidal es directa y responde con honestidad a cada cuestión que se le plantea e intenta que se entienda muy bien cada palabra que pronuncia.
Si se rompiera su violín se "moriría", pues, nos dice Esther, los instrumentos de cuerda son "un mundo aparte y cada instrumento suena distinto y es algo personal". "En mi caso, mi violín es como si fuera mi novio. He llegado a esa conclusión después de que mi cerebro rechazara el instrumento, provocando una distonía. He llegado a culpar a mi violín de mis frustraciones. Ahora le doy besos" confiesa con pasión Esther y continúa: "Si no tienes un rollo amoroso con el instrumento no puedes realmente disfrutar de lo que haces con él". ¿Cuál es el compositor con el que más disfrutas? "Lo máximo es Mozart, sin embargo, a Wagner lo disfruto más escuchándolo que tocándolo". Según esta violinista valenciana el hecho de que exista el Palau y su orquesta significa mucho para Valencia y siempre se ha contado con "la suerte de tener un público fiel, aunque no tenemos la capacidad de hacer tres conciertos a la semana como hace en Madrid la orquesta de RTVE" y por tanto, "se deberían buscar fórmulas para que la gente se pueda aficionar a la música clásica". ¿Aspiraciones? "Estoy contenta donde estoy pero por soñar... me encantaría estar veinticuatro horas con la Filarmónica de Berlín, aunque no puedo pedir más: trabajo en lo que me apasiona. "Le pedimos que nos recomiende piezas musicales para las tareas diarias: para limpiar la casa, "barroco rapidito"; para levantarnos la moral: "Mozart o Händel" que a su vez sirve también para cuando se está alegre; para estudiar o trabajar apuesta Esther por Beethoven o Tchaikovsky. Para más información acúdase a un concierto de la Orquesta de Valencia y disfruten.