Màxim Huerta: "Pongo pasión en todo lo que hago"
Màxim Huerta, nacido en Utiel hace 42 años, es un periodista completo. Colabora en radio, prensa y aparece a diario, en directo y durante cuatro horas, en el magazín matinal de Telecinco.
Los espectadores valencianos empezaron a verlo en sus televisores allá por 1997 como presentador de informativos de Canal 9 y dos años después pasó a formar parte de las caras habituales de Telecinco. Cambió su puesto en las noticias para unirse al equipo de presentadores en El programa de Ana Rosa donde sigue desarrollando su labor periodística. Ha escrito artículos para numerosas revistas, y lo sigue haciendo, pero su gran obra literaria la desarrolla en las páginas de sus libros. Que sea la última vez fue su primera novela, en 2009, a la que siguieron El susurro de la caracola, dos años después y Una Tienda en París, que vio la luz en octubre de 2012.
- Repasando tu trayectoria vemos los saltos profesionales que has ido dando.
- Bastantes
- ¿Cómo has vivido el cambio de informativos a crónica social y a ser un escritor de éxito?
- Del informativo pasé al magazín, no es crónica social. El magazín me ha permitido hacer desde crónica política hasta entrevistas a políticos, hablar de bodas reales, juicios o hablar del caso Urdangarín. No tengo ni memoria de haber hablado de crónica social. Seguramente el cambio fue más visual para el espectador que para mí. Pasé de un informativo que editaba y en el que daba muchas noticias, a un magazín donde, de una manera u otra, te toca entretener e informar. Los informativos, con el tiempo, han cambiado mucho, ya no son estructuras tan rígidas de noticias serias y muchas veces se parecen a un magazín de televisión. El contraste fue moverte en un plató y ampliar el registro para aprender a hacer entrevistas, a reírte al mismo tiempo y a cambiar de estado de ánimo. Escribir siempre he escrito, siempre ha formado parte de mi naturaleza. Que tuviera la oportunidad, por fin, de publicar, fue uno de los momentos más importantes en mi carrera pero, sobre todo, por la satisfacción que me produjo.
- Me estaba refiriendo, al principio, al paso de la información, llamémosla seria y más densa a la frescura de un magazín.
- Es muchísimo más difícil hacer un magazín que un informativo. Estar cuatro horas en directo que media horita o apariciones de veinte segundos en un informativo. Muchísimo más difícil es preparar entrevistas que, en ocasiones, son con un tono bastante humano, otro más social, otro más político o a veces de denuncia. En el magazín tienes que estar preparado para cualquier cosa que vaya a pasar. Periodísticamente el aprendizaje en un magazín es bestial.
- El hecho de estar cuatro horas diarias en televisión también consigue que la gente se sienta más cercana a ti, ¿no?
- Te conocen mucho más estando en un magazín que en un informativo. En un informativo no eres más que un sello de correos pegado a una carta y no cuentas más que el inicio de las noticias. En el magazín el presentador acaba formando parte de la maquinaria emocional y periodística. Puedes enfadarte, indignarte o llorar, hay emoción y hay risas. El abanico de emociones se despliega, algo que no sucede en un informativo, claro.
- Por otro lado resultas muy accesible a través de las redes sociales. ¿Eso tiene que ver con tu exposición a los medios?
- Yo creo que las redes están para jugar con ellas y para ser accesible. Si no respondes ¿De qué sirve que alguien simplemente lance mensajes? Lo divertido y lo estimulante de las redes es el poder estar de tú a tú con gente que, a lo mejor, no conoces y con la que nunca te tomarás un café. También sirve para informarte en directo de un montón de cosas: en cada ciudadano con Twitter hay un "casi" periodista que juega también a querer informar, a opinar, a hacer fotos, a compartir...
- Tus seguidores en Twitter van enseguida al Màxim del momento. Es decir, ahora que tu libro UnaTienda en París ya va por la octava edición los tuiteros de lo que tienen ganas no es de hablar del Màxim de la televisión sino del libro.
- Yo nunca hablo de televisión en redes. Ya estoy expuesto durante unas horas cada día y el Twitter lo utilizo para compartir lecturas, emociones, comentarios sobre la novela y siempre hablo de todo el resto. Yo creo que me han conocido más cómo soy, cómo me muevo por el mundo, el periodismo y la literatura gracias a las redes porque comparten qué es lo que piensan de la novela, yo respondo, retuiteas, te preguntan...
- En Una tienda en París, tu última novela, vuelven a tener protagonismo las mujeres y te metes en la piel de una. Además de manera creíble. ¿Por qué una mujer?
- No soy el único ni seré el último escritor que utiliza un cambio de género para escribir una novela, sobre todo, si el tema me lo pide. En el caso de Una tienda en París era obligado que la voz principal fuera femenina aunque los personajes masculinos son muchísimos más. Hay dos mujeres importantes en la novela pero hay un montón de personajes masculinos con un montón de peso. Para la historia de un París de entreguerras en el que los hombres tenían el poder y las mujeres empezaban a tenerlo y empezaban a abrirse a la vida de otra manera, me pareció más importante utilizar una primera persona femenina sobre todo porque a la hora de desplegar sentimientos es mucho más rica, infinitamente más rica que la voz de un hombre. La siguiente novela tendrá una voz masculina, seguramente.
- En alguna entrevista has comentado que te apasionaban las conversaciones de mujeres.
- Me parecen mucho más divertidas, más interesantes, más ricas, más jugosas, emocionantes, saben manejar más las palabras, más los sentimientos y hasta los silencios. Los saben utilizar mucho mejor que los hombres. La mujer tiene menos pudor a la hora de hablar, con lo cual de cara a la literatura o incluso el cine los personajes femeninos son pues más ricos. Siempre. Las mujeres tiene menos pudor que los hombres. En ese sentido son más inteligentes que nosotros.
- Esto implica que eres un gran observador de la realidad. La realidad que vives es la que te permite expresarte de muchas maneras, entre otras, a través de los libros.
- He estado rodeado de muchas mujeres en mi vida siempre y, seguramente, acostumbrarte a escucharlas te adapta el oído a las circunstancias. He crecido rodeado de una presencia femenina bastante importante. Me he empapado de eso y he volcado muchos caracteres y muchos roles en las novelas.
- ¿Esta última novela es tu obra más elaborada?
- Yo he puesto corazón, teclas y horas en las tres novelas, con diferencias, evidentemente. La primera era una novela que pretendía ser fresca, dinámica y que jugara mucho con el lector; la segunda era una novela llena de posibilidades de dolor y de misterio y esta tercera lo que requirió es una investigación bastante amplia. Me pasé mucho tiempo leyendo un montón de libros sobre el París de entreguerras, sobre la moda que llevaban, sobre las joyas, los pintores, Montparnasse, la vida de Coco Chanel o de fotógrafos. Tuve que averiguar qué bebían, qué fumaban, con qué se drogaban, cómo eran las calles, cómo era París. Claro, todo eso hace que la novela Una tienda en París sea una novela, no meticulosa, pero sí en la que quería que los detalles pasaran tan desapercibidos que no se notara que fuera real. Que fluya más la historia que el decorado.
- Con esto vemos una pasión absoluta por París
- París no es un lugar, es un estado de ánimo. Yo creo que decir "París" ya implica una imaginación. Hay un imaginario colectivo para todos de París: de pintura, de moda, de libertad, de revoluciones, de fotografía, de romanticismo... Hay algo ya en la palabra "París" que implica muchísimo más. Para mí es una obsesión, incluso un delirio en todo lo que esté cercano a París. Eso lo he volcado en la tercera novela.
- París te aporta muchas cosas, como vemos . ¿También Valencia te aporta algo?
- Yo soy de pueblo, nací en Utiel y relaciono Valencia con mi tiempo universitario, mis tardes en la playa, mis paseos por el centro, con el renacer: salir, alegría, vino, primera borrachera y primeros amores. Coincide con una edad en la que uno empieza casi a vivir. Es la ciudad de los inicios. Valencia para mí siempre empieza en la estación de trenes, como llegaba en tren... Mi imagen de Valencia es desde la Estación del Norte, de ahí en adelante. Siempre la miro desde allí.
- Antes has comentado que ya estás trabajando en tu próxima novela. La cuarta.
- Sí, estoy ya en la vorágine de la nueva historia.
- ¿Cuánto hay de pasión en la escritura?
- Todo, absolutamente todo. La escritura tiene que ser pasional, tengo que poner pasión en lo que hago. En el momento en el que noto que algo no tiene pasión, no tiene vida, lo primero que hago es borrarlo. Si le falta fuerza, lo borro. Las cosas que hago, las buenas y las malas, siempre son con intención de que tengan pasión. Es como enamorarse. Si no, ¿de qué sirve?
- Pasión por París, por las conversaciones de mujeres, por escribir. ¿Alguna pasión más que puedas confesar?
- Absolutamente, el chocolate, el vino tinto, el gin-tonic y conducir el coche.