SALA RUSSAFA
Sala Russafa estrena la versión extendida de 'Qué sabe nadie o les cançons de Penèlope' del 15 al 18 de abril dentro del '10é cicle de Companyies Valencianes'
REDACCIÓN
2021-04-13
Escena de "Qué sabe nadie o les cançons de Penélope. EPDA.
Sala Russafa acoge el estreno absoluto de la versión extendida de Qué sabe nadie o les cançons de Penèlope, ganadora del Premio de Dramaturgia Russafa Escènica 2020, otorgado por el festival en colaboración con la SGAE. Una pieza escrita y dirigida por la actriz Lara Salvador, que toma su segundo apellido para el apelativo 'La Peydro' en su faceta como creadora y productora teatral.
Del 15 al 18 de abril, dentro del '10é Cicle de Companyies Valencianes', se presenta este montaje donde la narración oral, la poesÃa, la música y el teatro conviven en una fórmula hÃbrida, que se acerca de manera singular al cabaré para trasladarlo a una esfera Ãntima y narrar las consecuencias de la ausencia, de la desaparición, de las distancias obligadas.
"Es un gran reto y me ha hecho valorar todavÃa más todo el trabajo que conlleva crear y poner en pie un espectáculo", admite esta valenciana, premio a la Actriz Revelación en 2015 por la Associació d'Actors i Actrius Professionals Valencians, cuya trayectoria incluye papeles en teatro, cine y televisión.
El parón de las giras durante el confinamiento le llevó a enfrentarse con la inquietud que desde hacÃa un tiempo le hacÃa tomar notas y escribir en un pequeño cuaderno lo que acabó siendo el germen de su primer espectáculo, una pieza en la que se alternan el valenciano y español. "Empecé a escribir en castellano pero, a medida que avanzaba el trabajo e iba profundizando, me reencontraba con mi lengua materna. Por eso muchas partes están escritas en valenciano, porque me conecta con los temas más Ãntimos. Para mÃ, como para muchos, este es un tránsito natural que se ha visto reflejado en la obra", explica la creadora. Igual que ha sido fluido pasar del lenguaje teatral al musical en este espectáculo, en el que colabora con Jesús Salvador 'Chapi', su padre, reconocido compositor e intérprete de percusión, cofundador de Amores Grup de Percussió.
"Estudié seis años de piano y uno de percusión, pero desde niña tenÃa claro que querÃa ser actriz. Mi abuelo formaba parte del teatro amateur del pueblo, mi tÃa fue intérprete profesional durante algunos años y mi madre era vestuarista", comenta La Peydro sobre una infancia en la que la influencia de ambas disciplinas artÃsticas era constante. Ahora, las dos se funden en un montaje para el que buscó la colaboración de 'Chapi' por dos motivos: "primero porque, musicalmente, le admiro muchÃsimo y es la persona en la que más confÃo. Segundo porque, por amor, es la única capaz de dedicarme tantas horas".
Invirtiendo los roles, la hija ha dirigido al padre, que aporta la mágica sonoridad del vibráfono a este, su primer montaje. Aunque ha seguido sus consejos en la faceta musical porque "todavÃa tengo mucho que aprender de su experiencia". Un proceso creativo en el que la intérprete ha descubierto en la música la virtud de desatar muchos nudos: "mi abuela tenÃa una congoja en la garganta que le hacÃa apretar los labios. En este espectáculo canto las canciones que ella no se atrevió a cantar y siento una liberación que ojalá hubiera tenido ella".
Foto Josep Escuin
Canciones y recuerdos par hilar unas historias de amor
La abuela de la autora y directora, junto a su madre y sus tÃas, son las féminas que subyacen en estas historias donde la pérdida, la duda, la soledad y la espera conforman los hilos de una trama que, cual Penélope, va tejiendo en escenas que alternan monólogos, canciones, anécdotas y confesiones.
Composiciones populares, junto a otras originales de 'Chapi' y La Peydro, acompañan a un texto sobre la fortaleza de quienes parecen pasivas, de las que aguardan "como esperamos todos a un amor, al trabajo ideal, al momento perfecto…", comenta la creadora, quizás inconscientemente movida a contar esta historia sobre la incertidumbre en un momento en el que la sociedad se enfrentaba a lo desconocido.
Con el asesoramiento de la dramaturga Begoña Tena y de Mónica Almirall, además de la residencia creativa en Sala Russafa para la puesta en pie del espectáculo, la obra ha ido floreciendo, pasando de una duración de 30 minutos a más de una hora de representación en la que la sensibilidad, el recuerdo y la cercanÃa son claves. "Cuando hicimos las funciones de la pieza corta en Russafa Escénica era precioso, veÃas la emoción en los ojos del público porque estábamos en una pequeña floristerÃa, con ocho espectadores por pase. Ahora la experiencia va a ser diferente. Añadimos la belleza de la iluminación de Mingo Albir y la escenografÃa de Luis Crespo, también el hecho de tener un escenario hace crecer el espectáculo en todos los sentidos. Pero conservamos esa sensación de contacto por la proximidad del patio de butacas, tan caracterÃstica de Sala Russafa", comenta la autora, directora e intérprete, quien está deseando testar esta nueva versión de la obra.
Del jueves al domingo puede verse sobre las tablas de Russafa el primer proyecto escénico de esta creadora valenciana, que devuelve al espectador la fascinación genuina de la narración oral, de que alguien desate su voz, desnude los sentimientos y bucee en sus recuerdos para contar una historia que podrÃa ser la suya, que podrÃa ser la de cualquiera.
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