La Sala Russafa estrena este fin de semana la obra inspirada en el confinamiento 'La última noche en el tejado'
Uno de los elementos fundamentales del teatro es el conflicto. La contraposición entre personajes o de éstos con su entorno es el motor de una acción que, en muchas ocasiones, ocurre en un espacio cerrado para facilitar la representación. Estas características se dieron en cualquier casa durante el confinamiento, con personas compartiendo un mismo espacio y teniendo que hacer frente a una crisis, principalmente externa: la pandemia. Pero, en ocasiones, también interna: descubriendo sabores y sinsabores de la convivencia, identificando nuevos miedos, cuestionándose si aquella vida que parecía en peligro era la que realmente querían.
Éste es el punto de partida de La última noche en el tejado, una obra de la que Sala Russafa acoge su estreno absoluto del 28 al 31 de enero, dentro del ‘10é Cicle de Companyies Valencianes’. Se trata del primer proyecto de Entre4paredes Producciones, formación nacida de La Dramática y que hereda su condición de compañía residente del centro cultural.
Irene González, Jose Torres, María Pérez y Concha García se unen en este proyecto artístico, surgido de un periodo que para muchos fue de reflexión. “Para mí, era el momento de no desfallecer, de crear, de estar vivos”, resume Torres, mientras que González destaca la necesidad de emprender una nueva etapa: “qué mejor momento para decidir lo que quieres hacer y cómo, de hacer algo que sientas como propio”.
La actriz y dramaturga, autora de montajes como Si duele no es amor o Flores Azules, Premio del Público de Sala Russafa en 2018 al Mejor Espectáculo Valenciano, reconoce que el confinamiento le permitió “conectar conmigo misma y ver que había temas que quería tratar, pero de los que aún no había hablado a través del teatro”. Así se fue gestando un texto que no solo nace, sino que también refleja la crisis sanitaria.
La trama transcurre durante los días tensos que cuatro hermanos y la pareja de uno de ellos comparten en la casa familiar de la infancia, en un pueblo, mientras la madre permanece hospitalizada a causa de la COVID-19.
“Pero no nos quedamos en la anécdota, la obra va más allá para hablar de una de las decisiones vitales más importantes: crecer. Me parece muy interesante ese abismo que plantea la edad adulta, el momento de empezar a tomar decisiones por y para uno mismo, ese instante en el que eliges bajar del tejado”, explica la autora, haciendo alusión al título de un montaje que invita a mirarse en el espejo y valorar lo que hemos aprendido.
COSTUMBRISMO CONTEMPORÁNEO PARA REFLEJAR UN MOMENTO HISTÓRICO EXCEPCIONAL
Para la autora de La última noche en el tejado, “el presente nunca ha sido tan incierto y, al mismo tiempo, tan revelador”. Una dicotomía que quería reflejar a través de cinco personajes que se encargan de establecer y romper los clichés asociados a su papel dentro de la familia. Encontramos a una hermana mayor sobreprotectora y a un hermano pequeño sobreprotegido. También a dos hermanas medianas opuestas: una que se cuestiona su vida frente a otra que parece pasar por ella de puntillas, sin implicarse realmente en nada. Y todo ello es observado, desde la barrera, por un cuñado que no oculta su mirada crítica. “En realidad, son situaciones cotidianas, propias de cualquier familia. Pero con la tensión añadida de vivir un momento socialmente convulso”, comenta la autora de una pieza que codirige junto a Jose Torres y en la que ambos forman parte del elenco, junto a Alexandra Durana, María Pérez y Chuso Puig.
“Interpretar con mascarilla es complicado, tratando de no acercarte a tus compañeros demasiado, sin ver al completo sus reacciones, cuidando de no tocar más que la parte del atrezo y escenografía que te corresponde… pero dirigir así también es dificilísimo. En realidad, nos perdemos gran parte de la expresión y de la energía que se crea entre los actores. Nos falta mucha información así que, hasta el momento del estreno, no sabremos cómo es el espectáculo al 100%”, confiesa Torres.
Un reto para el que han recibido el apoyo de Sala Russafa, donde se sienten “como en casa”. Incluidos en su programa de residencias artísticas, Entre4paredes ha contado con todas las facilidades para ensayar en las aulas del centro cultural y trabajar con sus técnicos la implantación en sala, el momento en el que se instala la escenografía y se pule el diseño de luces, las transiciones y efectos sonoros… “Después de meses ensayando, al bajar al escenario todo coge forma y ves la luz al final del túnel. Ha sido un proceso especialmente complejo pero, dentro de esta situación extraña, hemos intentado dar lo máximo y seguir adelante con un objetivo muy claro: hacer teatro”, sostiene el codirector de la pieza, reflejando el sentir de una compañía que llega con ganas de, a pesar de los pesares, contribuir al dinamismo de la escena valenciana.