El Ayuntamiento recupera para la ciudadanía el refugio antiaéreo de la calle de Serranos
Recuerdo personal para algunas personas, y posibilidad de conocer de forma directa aspectos de nuestra historia reciente para otras. La recuperación y apertura del refugio antiaéreo de la calle de Serranos por parte del Ayuntamiento permite sobre todo acercarse y rescatar el pasado inmediato. La Concejalía de Cultura ha presentado hoy este espacio que fue, desde 1937, refugio para los valencianos y valencianas que padecieron los años de guerra, y que ha sido recuperado y habilitado para conocimiento y uso por parte de la ciudadanía.
La concejala de Patrimonio y Recursos Culturales, Glòria Tello, ha presentado el resultado de la recuperación del Refugio de Serranos, sito en el número 25 de la calle, que desde esta semana se abrirá al público en visitas guiadas. “Era una demanda ciudadana de hace muchos años, y para nosotros era muy importante llevarla a cabo”, ha explicado la concejala. Tal como ha recordado, se trata de una actuación “dentro del conjunto de iniciativas impulsadas desde el Ayuntamiento para la recuperación de València en la memoria”. Entre dichas actuaciones, el Consistorio ha impulsado acciones como el cambio de los nombres de calles y la retirada de honores, distinciones y símbolos que incumplían la Ley de Memoria Histórica, la recuperación de los restos mortales de Teófilo Alcorisa, o la recuperación del refugio antiaéreo escolar del Ayuntamiento, entre otros.
En este caso, se trata de uno de los refugios construidos por la Junta de Defensa Pasiva para preservar a la población general de los bombardeos. El de la calle Serranos fue habilitado en el año 1937. Ha intervenido en el acto de presentación la arqueóloga municipal Pepa Pascual, coordinadora de los trabajos; y también un testimonio muy especial: el de Paquita Carrasco, vecina de Ciutat Vella desde su nacimiento hace 93 años, que recuerda cuando se refugiaba en de las bombas en este recinto siendo apenas una adolescente, y que ha compartido su memoria con los presentes.
Las personas interesadas en conocer de cerca el refugio de Serranos podrán hacerlo en visitas programadas y guiadas, todos los los miércoles (a las 11, 13, 16 y 18 horas) y sábados (a las 11 y a la 13 horas), mediante reserva previa.
La concejala Glòria Tello ha subrayado el interés del recinto “tanto por su ubicación como por sus características que lo hacen único”. En efecto, el refugio ha conservado su acceso en superficie con las características letras rojas estilo art decó que en València, al contrario que en otras ciudades, señalizaban todos los refugios para que la gente que no supiera leer o los niños pudieran identificar rápidamente las letras y ponerse a salvo de los bombardeos.
Los trabajos de rehabilitación comenzaron en el año 2016, y tal como han señalado la regidora y la arqueóloga, el espacio estaba muy degradado, dado que tras la guerra y hasta 1953 funcionó como almacen y tienda de plátanos, y a partir de 1953 estuvo cedido por el Ayuntamiento a la falla Santa Cruz para su uso como casal, hasta 2000, en que fue abandonado por problemas de goteras. El proyecto de recuperación incluyó una primera fase de trabajos de limpieza y especialmente de impermeabilización del techo del refugio para evitar la entrada de agua al interior, así como la limpieza de las fachadas y la sustitución de puertas (que reproducen las originales). Durante 2017 se efectuó un estudio arqueológico mediante catas murarias, que fue la base para redactar y acometer el definitivo proyecto de restauración. La concejala de Cultura ha agradecido la aportación de la Diputació de València de 100.000 euros al presupuesto total del proyecto (165.000 euros).
MÁS DE 200 DIBUJOS EN LAS PAREDES
“Prueba de la dilatada historia del refugio son los más de 200 dibujos recuperados en la restauración y que abarcan desde el momento de su construcción hasta su abandono como casal”, ha indicado la concejala: dibujos de figuras humanas, nombres y firmas, pero también de casas bombardeadas o de escuadrones de aviones de combate, que reflejan las sensaciones de quienes hallaban allí protección.
Otro elemento singular de este espacio, que no aparece en otros, es por ejemplo la repisa en alto, sobre el banco corrido junto a los muros, para poder dejar los enseres de las personas refugiadas. En conjunto, el espacio, con capacidad para 400 personas, presenta dos accesos: desde la calle de Serrans, y desde la calle Palomino, ambos en codo (con ángulo de 90 grados) para evitar la entrada de metralla por efecto de la onda expansiva de las bombas. La sala del refugio tiene 3 naves, separadas por dos hileras de pilares de hormigón que sujetan una cubierta adintelada muy gruesa (de más de 1,50 metros de hormigón). En el techo y paredes se abren los orificios para la captación y extracción del aire, que comunican con tuberías que salen al exterior mediante una alta chimenea conservada en la cubierta. Como la mayoría de refugios de la ciudad, el de Serranos tenía un baño, al lado del extractor de aire. Gran parte de estos elementos originales ha desaparecido, pero el estudio arqueológico ha permitido reconstruir su aspecto original, que puede observarse en uno de los paneles informativos instalados.
La concejala de Cultura ha evocado la convocatoria de un concierto en el año 1938, programado para hacer fernte a las críticas a la República de no cuidar el patrimonio. El Ministerio de Propaganda y Prensa promovió un recital en el que se utilizaron los Stradivarius del Palacio Real: el 22 septiembre se realizó “un concierto que paralizó la guerra unos momentos, retransmitido por Unión Radio, y con el que la ciudadanía pudo evadirse del horror de la guerra”, en palabras de Glòria Tello. En memoria de esta actuación, durante el acto de apertura del refugio esta tarde se reproducirá este concierto en versión adaptada (un cuarteto de cuerda, sin el piano que sí intervino en aquel entonces).
Además, ha explicado Tello, la infraestructura del refugio se pone al servicio del barrio para paliar su falta de infraestructuras culturales: cada jueves podrá funcionar como espacio de uso cultural para las asociaciones de la zona.
“POR MUCHO TIEMPO QUE PASE... ESO NO SE OLVIDA”
Las palabras de la vecina de València Paquita Carrasco, que tenía 13 años cuando se abrió el refugio, han cerrado en el acto de presentación del nuevo espacio ciudadano. Ante los medios de comunciación ha manifestado sus sentimientos, y ha recordado su miedo y su indefensión. “Eso no se olvida. La primera vez que entré tenía mucho miedo... no sé lo que me pareció... que iba bajo tierra; y así era. Y, claro, esas cosas no se pueden olvidar. Nunca. Por muchos años que pasen”, ha explicado. “Yo era una niña, y creía que no volvería a salir. Todo estaba muy oscuro”. Paquita Carrasco ha concluido, expresando su esperanza de cara al futuro: “Creo que aún hay tiempo para los que vienen después lo hagan mejor, que se acuerden, y que procuren que no vuelva a pasar lo mismo”.