Lisboa: la Iberia Atlántica
Viajar a Portugal es como dar un salto atrás en nuestra historia. Todos tenemos la ligera sensación de que Portugal es algo de España y que, consecuentemente, los portugueses son un poco españoles o, si se me permite decirlo así, medio españoles.
Realmente nacimos unidos como Hispania. Los avatares históricos nos separaron, nos volvieron a unir y por fin, nos separaron nuevamente, ¿llegará el día en que nos volvamos a unir? Ese era el sueño de Saramago y el mío propio, del que aún no he desistido, aunque más bien es una quimera nacida del deseo, que algo realizable de verdad. Volviendo a Saramago, él se preguntaba con nostalgia en su “Viaje a Portugal” cómo se sentían los peces del Duero que cruzaban esa frontera invisible bajo el agua, si lusos o españoles, pienso que somos tan cercanos e iguales como esos peces del Duero compartido.
Viajar a Portugal no sorprende, se cruza la frontera inexistente sin darnos cuenta apenas: el mismo paisaje, la misma gente, los mismos pueblos castellanos, gallegos, andaluces, el mismo cielo. Miño, Guadiana, Duero y Tajo son las venas principales que riegan nuestras tierras, ¿cómo no vamos a sentirnos iguales? Hemos de atravesar campos y poblados hasta llegar al Atlántico, el mar que surcaron todos los descubridores portugueses y españoles, para que se revele el verdadero Portugal, ese Portugal que baña el océano en ciudades como Aveiro, Oporto o Lisboa. Estas ciudades ya no son Castilla, Galicia ni Andalucía. Allí es donde puedes sentir el verdadero sabor del Portugal cosmopolita, donde se advierten todas sus diferencias, donde sentimos el murmullo de su pasado colonial.
Viajar a Lisboa es despedirte del Tajo desde la Praça do Comércio, es callejear por su Alfama y por el Barrio Alto, es escuchar el murmullo de un fado lejano y quejumbroso, es mirar en la noche las ventanas sin luz de sus casas inermes, es esa arquitectura recubierta con azulejos que repiten su azul por todas partes, su azul de mar interminable, y entre tanto, las gaviotas entonan su baile eterno como los siglos, sobre el mar, sobre el río, sobre los rojos tejados de las casas.
Si no fuiste aún a Portugal, te hablarán del tranvía de Lisboa, de su infinita gastronomía del bacalao, te hablarán del Oporto cultural, de su Universidad, te hablarán de la pequeña Venecia que es Aveiro con sus casas multicolores, pero sin desestimar todo ello, concéntrate en todo lo que nos une y nos separa al mismo tiempo.
Vive esa experiencia y disfruta de esa lengua tan dulce, nacida del gallego, de esa lengua hermana tan fácil de entender. Viaja a Portugal para conocer la Iberia atlántica, la Hispania que compartimos, la España que fue y el Portugal que ahora es.