Humor e ingenio con Luis Piedrahita 15 y 16 de septiembre en el Teatro Olympia
Queridos/as lectores/as ¿Este fin de semana queréis “desconectar” con risas? Os propongo LAS AMÍGDALAS DE MIS AMÍGDALAS SON MIS AMÍGDALAS, el show del conocido monologuista LUIS PIEDRAHITA, este viernes 15 y sábado 16 de septiembre en el Teatro Olympia de Valencia, para gente con sentido de humor que ve la vida tal cual es.
C.S. - Me encanta tú naturalidad. En un monólogo dijiste: Dios hizo el mundo en siete días y se nota. ¿Cómo consigues "esa" espontaneidad?
L.P. - Creo que viene de que yo no interpreto un personaje sobre el escenario. Cuento las cosas como se las contaría a un amigo en un bar. Yo no soy actor. Se me ocurren algunos desatinos y los comparto con el público así, según me surgen.
C.S. - En otro monólogo mencionas: ¿Qué sabemos de la naranja? ¿Fue antes el color o la fruta? Con este ejemplo tan valenciano, tu humor es global y universal. ¿Ese es tu objetivo?
L.P. - La verdad es que sí. Yo escapo de hacer un humor pegado a la actualidad o a los localismos. Intento hacer un humor perenne, sin referencias a personajes del momento, ni políticos o toreros… Si bien es cierto que este fin de semana actuaré en mi queridísima Valencia, prácticamente todo el mundo sabe lo que es una naranja y podríamos considerarlo un fruto bastante universal.
C.S. - ¿Improvisas en tus monólogos?
L.P. - Mucho. Lo hago para mantenerme alerta y para no acomodarme. Creo que eso de acomodarse es lo peor que le puede pasar a un artista sobre el escenario. El hecho de repetir el mismo guión día tras días acarrea el riesgo de empezar a recorrerlo de memoria. Y cuando uno se confía y recorre las carreteras de memoria, es cuando comete accidentes.
C.S. - Es de agradecer un humor que desactiva la envidia y el egoísmo ¿En qué temas te basas?
L.P. - El humor siempre tiene algo de igualador. Nos pone a todos al mismo nivel. Cuando reímos juntos, somos todos iguales. En ese instante se olvidan las envidias, los egoísmos, los pequeños rencores… El humor, en este aspecto, es un arma de construcción masiva.
C.S. - ¿Cómo hilvanas los temas?
L.P. - Va surgiendo. No hay una receta, ni una técnica. Simplemente, mediante una sabia ingenuidad, una cosa va llevando a la otra.
C.S. - Además de conseguir unos buenos cimientos en valores hace un humor cercano a la poesía y justamente de las pequeñas cosas, de los pequeños objetos, es verdaderamente difícil. ¿Cuáles son tus técnicas? Coméntanos.
L.P. - Me encantaría que hubiera una técnica, o una receta. Me encantaría porque eso haría mi trabajo más sencillo. La única técnica es el olfato del artista y la autoexigencia. Yo escribo humor porque es lo único que sé hacer y el humor que escribo es el único que sé escribir. La técnica podría ser escribir, escribir y escribir… y luego saber diferenciar las pocas gotas buenas que puedan aparecer en ese océano de ideas sin pies ni cabeza.
C.S. - El humor que empleas siempre tiene el respeto presente, es bastante complicado no caer en ser irrespetuoso. ¿Cómo lo llevas a cabo?
L.P. - Lo hago para diferenciarme del resto. El respeto es algo que no abunda en estos días. Yo diría que es una criatura en los umbrales de la extinción. Por eso la gente viene a ver mi show. Es como el que va a a ver un lince ibérico, una ballena azul o un oso panda.
-Hostia, qué raro lo que hace ese humorista.
-Sí, se llama respeto.
C.S. - ¿Tu objetivo es la cotidianidad y la vulnerabilidad como reivindicación?
L.P. - No. Mi objetivo es que la gente se lo pase bien. Mi objetivo es que todo aquel que venga al teatro, salga mejor de lo que entró. La cotidianidad, la poesía, la vulnerabilidad… son las herramientas más dignas que he encontrado para conseguirlo.
C.S. - Con palabras de Luis Piedrahita ¿Por qué el público tiene que ir a ver las amígdalas de mis amigas son mis amígdalas?
L.P. - Por lo dicho arriba, porque todo aquel que venga saldrá mejor de lo que entró.
Fotos cedidas por PRENSA de Producciones El Espectador
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