¿Y ahora qué?
El titular de esta columna es la pregunta que se hacen miles de valencianos y vecinos sobre el futuro urbanístico, desarrollo y crecimiento que le espera a la ciudad de Valencia en los próximos años.
No es una cuestión baladí, pues sigue aún vigente el Plan General de Ordenación Urbana de 1988, nada más y nada menos, tras quedar paralizada -no sin razón-, la revisión que pretendía el anterior equipo del Gobierno del PP, que contemplaba la reclasificación de 415 hectáreas de huerta.
El nuevo equipo de Gobierno, que también ha derogado el PEPRI del Cabanyal, anunció el pasado mes de diciembre la revisión pormenorizada del mentado Plan, auspiciado por los populares, pues a su entender era: "urgente" la necesidad de reformar los barrios, renovar el tejido urbano, diseñar nuevos espacios interiores e impulsar la rehabilitación de edificios y viviendas", apuntaba el edil de Urbanismo Vicent Sarriá.
Según decían, no era necesario el crecimiento de Valencia ocupando más huerta y había de tenerse en cuenta a los municipios vecinos del área metropolitana. Principios y conceptos totalmente loables, dado el crecimiento insostenible y desmesurado acometido durante los años de la burbuja inmobiliaria.
Pero tal urgencia y principios parecen haberse desacelerado o estar hibernando en el Sueño de los Justos. De hecho, han tardado ocho meses en aprobar las bases para solicitar las ayudas de rehabilitación de edificios en el Cabanyal, desde que las anunciara el alcalde Joan Ribó.
¿Se sabe algo más de las reformas de los barrios interiores de la ciudad? ¿cómo se va a renovar el tejido urbano? ¿en qué dirección y sentido? ¿qué partidas hay consignadas para los mismos? ¿qué modelo de ciudad se está diseñando? Si es que se está diseñando algo
Respecto al trabajo conjunto que se debe realizar con la Conselleria de Vertebración del Territorio y el resto de municipios del Área Metropolitana, para ir perfilando un nuevo Plan Territorial del Área Urbana y un Plan Proteccionista de la huerta nada se sabe, de momento.
Esperemos, al menos, que cuando se lleven a cabo estas negociaciones sean más positivas, fructíferas y con mejor "buen rollo", que las acometidas por el concejal de Movilidad Urbana, Giusseppe Grezzi y el propio Ribó, con el alcalde socialista de Mislata, Carlos Fernández Vielsa, para reinstaurar la línea de la EMT que unía este municipio con la capital. Operación fallida y que ha sido solventada por la propia Generalitat dado el nivel de enconamiento al que habían llegado las partes.
La planificación del crecimiento de las ciudades es compleja y requiere de un trabajo constante, serio, meditado y transversal, para conseguir una ordenación sostenible e integradora de las personas con el entorno que les rodea.
Por lo tanto, no estaría de más dejar de perder el tiempo en batallas y cuestiones estériles como la rotulación y señalización de las calles, la prohibición del bou embolat y centrarse en lo realmente importante y que afecta al presente y futuro de los ciudadanos, ¿no creen?
@PereMartnez1