No hay juguetes para niños y para niñas, simplemente hay juguetes
El niño debe escribir en su carta lo que quiere. Debe plasmar con total libertad aquello a lo que desea jugar, con lo que desea experimentar o sentirse realizado, sin miedo a que sus amigos o sus propios padres pudiesen cuestionarle por la decisión que ha tomado. Aunque no nos demos cuenta, nuestros hijos viven presionados por una concepción “cromañona” y estereotipada de la sociedad, ya que los esperados anuncios de juguetes que aparecen en televisión desde finales de octubre, los catálogos de los grandes almacenes de juguetes y lo que ven en otros de su sexo, les incita a consumir un producto que quizás no acabe por satisfacerles. Quizás un niño se sienta más cómodo jugando a las cocinitas que a los piratas. Quizás una niña se divierta más al jugar con coches que al limpiar con un cubito y una fregona. Pero los padres parece que aún nos obcecamos porque nuestro hijo/a no se salga de los cánones y juegue a lo que tiene que jugar. Comprar un juguete es más difícil de lo que parece.
La sociedad del siglo XXI ha progresado en numerosos campos y ha conseguido desarrollar potentes innovaciones tecnológicas que podemos apreciar también en el sector del juego. Pero, lo cierto y verdad es que a la hora de comprar un juguete, la publicidad que se ofrece sigue siendo sexista y anquilosada en el tiempo. Entrar en un almacén de juguetes sigue siendo similar a montarte en la máquina del tiempo de Doraemon, ya que te trasladas 20 años atrás. Aún seguimos percibiendo en las tiendas una clara diferenciación entre la zona de niñas (rosa, con muñecas, tonos pasteles, bebés, comiditas y ropitas) y la zona de niños (acción, potencia, colores llamativos y juegos innovadores y creativos). Incluso un sector como era el de los juegos de mesa, que antes era neutral, aún sigue diferenciando, tanto en su diseño como en su juego, si está pensado para niñas o para niños. No obstante, poco a poco comienzan a ganar mayor peso aquellos juegos de mesa para la familia, en los que niños y niñas puedan compartir un rato de diversión.
Se hace raro ver a un niño jugando a las casitas o a una niña jugando a los vaqueros y los indios. No obstante, estarán de acuerdo con que existe una mentalidad en la sociedad de que si un niño no sabe saltar a la comba es porque no tiene práctica, pero si una niña juega mal al fútbol es porque se le achaca que es una niña. Normalmente los juegos de niños son más accesibles para las niñas que al revés, ya que se entienden que las niñas juegan a unas cosas que han sido creadas solo y exclusivamente para ellas (planchar, lavar, cocinar, cuidar bebés o limpiar).
Cuando compramos un juguete, primero solemos mirar por catálogo, y en éste seguimos viendo una clara diferenciación entre las páginas azules de los niños (muñecos de acción, coches y juegos de construcción) frente a las páginas rosas de las niñas (casitas, muñecos y juegos para ser princesas o estar guapas). Sin embargo, cuando aparecen niños y niñas juntos, por ejemplo en los coches eléctricos, el niño es el que conduce y la niña va de copiloto. Nuevamente percibimos un papel secundario para la mujer.
¿Por qué nos pensamos que si nuestro hijo juega con cocinitas o muñecas, o si nuestra hija juega al fútbol o con la caja de herramientas son homosexuales? Ustedes pueden llevarse las manos a la cabeza, pero es que esta idea se tiene actualmente en la sociedad del siglo XXI. ¡Es un disparate! A la hora de comprar un juguete hay que comprar aquello con lo que el niño se sienta cómodo. Los niños pueden jugar a las cocinitas o con muñecos porque ven cómo sus padres preparan la comida o bañan a su hermanito, mientras que las niñas suelen imitar a sus madres, y disfrutan repitiendo sus conductas. Si su madre cuelga un cuadro o le gusta ver el fútbol en la televisión, ella quiere ser un modelo a seguir para su madre. Los niños son esponjas e imitan todo aquello que ven. Por eso, es tan importante una educación pueril en la que no existan diversidades sexuales.
Cuando vayamos a comprar un juguete debemos tener en cuenta el fomento del juego simbólico en nuestros hijos, un juego libre e imaginativo que se desarrolla en los más pequeños entre los 2 y los 3 años. Si los encerrásemos en una sala percibiríamos como el niño, inocente y movido por su deseo creativo y de descubrir nuevas texturas y formas, acabaría jugando con cocinitas y coches y la niña con coches y muñecas.
La psicóloga Silvia Catalán nos orienta sobre algunos consejos básicos a seguir a la hora de comprar un juguete para nuestro hijo/a:
- Dejad que los niños escojan: Entre la gran variedad de colores y formas en función de sus preferencias.
- Ofreced alternativas: Ante los estereotipos de películas y cuentos, crear nuevas historias en los que la mujer cobre el papel de héroe en sustitución del hombre, por ejemplo.
- Convenced a los que os rodean: A tíos, abuelos y amigos. Hay que comprar lo que el niño/la niña desea, no lo que uno crea. Actuar de forma coherente.
- Elegid bien los juguetes: En función de la edad o madurez del niño. El objetivo es desarrollar sus habilidades y sus capacidades.
El juego debe ser libre y espontáneo. ¡Compra a tu hijo/a el juguete que él/ella quiera y lo que tú como padre/madre estimes que es lo mejor para su educación, pero sin caer en estereotipos sociales!