Qué era el Museo de Antigüedades de València y en qué se transformó
Era la València de las murallas, la València que nada tiene que ver con la urbe moderna y cosmopolita que conocemos hoy en día. El siglo XIX había entrado en su ecuador y sin nadie darse cuenta se había fraguado los cimientos del que es hoy en día uno de los museos más bonitos de nuestra ciudad.
Pongámonos en antecedentes. Una Real Orden del 2 de julio de 1844 reclamaba a las diferentes autoridades que mandaran al Ministerio de Gobernación en Madrid un informe sobre todos aquellos bienes incautados a los conventos en la desamortización. Estos bienes incluían también edificios, monumentos y obras.
Este mismo verano, las autoridades de València se pusieron manos a la obra para cumplir con el mandato del gobierno central. Se establecieron informes sobre dichos bienes y obras procedentes de todos esos conventos y se catalogaron dando lugar a un museo único en la ciudad: el Museo de Antigüedades. Aunque desde que se recogieron tales obras y se abrió el museo debieron pasar la friolera de 20 años.
En 1864 se abría el Museo de Antigüedades en la Capilla de Nuestra Señora de la Vida, que se encontraba en el desaparecido convento del Carmen que tenía a su vez su propio Museo de las Pinturas. Tres años más tarde se publicó por fin el Catálogo de los objetos que se conversan en el Museo de Antigüedades de Valencia. En éste podíamos ver obras de enorme interés de diferentes épocas de la ciudad: romana, gótica, renacentistas… que estaban custodiadas en conventos y no a la vista de los vecinos y vecinas de València.
Los años pasaron y el Museo de Antigüedades empezó a presentar un aspecto de semi-abandono, poco cuidado, ruinoso… pero su fondo seguía y seguía creciendo también gracias a donaciones privadas hasta que en 1915 se optó por dividir los objetos en dos secciones: objetos antiguos y objetos modernos. La capilla se renombró como sala dedicada a Mariano Benlliure pero en 1942 prácticamente todo el fondo de estos restos antigÜos de enorme valor fueron trasladados a otra zona de la ciudad, el Museo de Bellas Artes en Sant Pius V que a partir de ese momento adquiriría personalidad propia hasta nuestros días.