Lola Herrera, la Gran Dama del Teatro vuelve con "Cinco horas con Mario" al Teatro Olympia
Lola Herrera, la Gran Dama del Teatro vuelve con “Cinco horas con Mario” al Teatro Olympia. Es un orgullo que me permitiera entrevistarla porque me recordaba esas maravillosas noches familiares en torno a un televisor deleitándonos del buen hacer de la gran actriz Lola Herrera. Hasta el 3 de febrero podremos asistir a su magistral trabajo y rotundo éxito en “Cinco horas con Mario” en el Teatro Olympia de Valencia que siempre nos ofrece lo mejor y que aboga por una programación comprometida con el espectador que obtiene la excelencia del teatro.
C.S.: ¿Cómo se hace camino al andar siempre junto a Josefina Molina, José Sámano y Jesús Cimarro por los teatros de nuestra querida España?
L.H.: Pues se hace muy bien el camino porque él tándem es importante. Una sola no puede hacer las cosas, nadie podemos hacer casi nada solos más que morirnos o sea que eso lo tienes que hacer tú solo y hasta eso con buena compañía, supongo que será más fácil. Empecé a trabajar con Sámano y con Josefina en televisión antes que en teatro. Nos juntamos porque éramos unos locos… Coincidimos en que nos apetecía hacer esta barbaridad en aquel momento y desde entonces hasta aquí. Han pasado ya muchos años y aquí estamos juntos, pudiendo disfrutar de las distintas etapas, aportando todo lo que hemos aprendido por el camino. Somos amigos, aparte de compañeros de trabajo.
C.S.: La gente de Valencia es muy amante del teatro y en estas tres diferentes interpretaciones que ha realizado de “Cinco horas con Mario” a lo largo de su trayectoria teatral. ¿cómo consigue diferenciarlas, cómo consigue aflorar esos matices tan diferentes, aunque sea el mismo texto sin cambiar ni un punto?
L.H.: Los actores trabajamos con la cabeza, con la imaginación, con las imágenes que compones; esas imágenes van mutando a lo largo del tiempo que vas representando un personaje, sin olvidar la raíz y muchísimo menos el trabajo que es la base, muy sutilmente todo lo que vas viviendo y lo que te vas distanciando de la situación concreta “Cinco horas con Mario” es una parte de la época de nuestra de nuestra historia, la verdad es que hemos vivido ya mucho desde los 60. Todo se va acumulando, lo que aporté en un principio era lo que había aprendido antes y lo que voy aportando ahora es lo que voy descubriendo después. Delibes escribió un texto muy abierto. El personaje de Carmen parece que es un personaje cerrado y no es así, es muy abierto. Puedo caminar sin preocupación porque siempre al final de un pasillo, hay una puerta que abro y descubro más cosas.
C.S.: Carmen Sotillo es una mujer que no tiene fin. ¿Alguna vez se ha identificado con ella?
L.H.: Me identifico como mujer, partimos de muy distintos caminos, yo soy de clase obrera; de la época que ella disfrutaba tanto de las cosas yo acababa de nacer, un año antes de la guerra en clase obrera, gente de izquierdas progresistas, obreros pero progresistas. Partimos de muy distintos caminos pero las cosas que nos pasan a los seres humanos son muy parecidas aunque cada uno haga una lectura distinta. Carmen como mujer hace una lectura muy lejos de lo que las mujeres de otra clase social hacían en aquella época. Carmen es el producto de una educación en el seno de una familia donde ha caído en un lugar donde no fueron los triunfadores en la guerra pero, sin embargo, a precio carísimo, ha pagado unos conocimientos y una educación la gente que estábamos al otro lado, soy el resultado de eso y Carmen es el resultado de lo que le habían educado, de cómo la habían educado sus padres, de la España en la que sus padres se sentían a gusto y encantados de la vida en la España de los triunfadores. Era una mujer muy retrograda, desgraciadamente, por lo que le habían enseñado, pero cuándo nació supongo que nació como yo y como nacemos todas, con la mente limpia Me reconozco en ella como mujer, como mujer de su marido, como madre de sus hijos. En aquella época es muy reconocible esa Carmen Sotillo, aunque estés muy lejos de sus convicciones tan aplastantes. Estoy convencida que Carmen no lo sabía, pero estaba revelada contra todo eso porque la hizo una desgraciada
C.S.: Es la primera obra de Delibes que se adaptó al teatro ¿Cuál fue su primera impresión cuando la leyó? ¿Qué es lo que le enganchó?
L.H.: Bastante años antes leí la novela y me fascinó porque era un retrato de la época total o sea es que no se puede levantar acta mejor, fue un notario perfecto Delibes y utilizó un lenguaje…
C.S.: Es la descripción de la realidad…
L.H.: La leí en una noche, estaba en la Sierra y lo recuerdo perfectamente, me fumé un pitillo y lo volví a leer otra vez y dije, eso lo tengo que hacer aunque me estrellé contra la pared. Me decidí, Sámano lo quería hacer, Josefina lo quería hacer o sea que me llegó por distintos caminos. Nos juntamos todos, comuniqué con la Sámano luego con Josefina y hasta aquí hemos llegado.
C.S.: El camino que le había dicho. ¡Qué bonita la aventura! “Cinco horas con Mario” es atemporal.
L.H.: Es totalmente un clásico que, aunque mires a un recinto muy pequeño, un estudio de una época y unos seres humanos, o sea, eso puede tener una proyección más grande, que si cuentas una historia mundial el mérito es de Delibes y que hemos coincidido unos apasionados, digamos.
C.S.: ¿En darle vida?
L.H.: Mimar, darle vida, poder conectar hemos conectado muy bien con el público y en cada época han salido Cármenes distintas pero, no diametralmente opuestas, no Cármenes distintas, más dramáticas, menos dramáticas, más coloquiales.
C.S.: Se complementan.
L.H.: Todo forma parte de un trabajo que normalmente pues no te toca con facilidad. Tenía muchos prejuicios de hacer una mujer que era más joven que yo y cuando quise hacerla ya era muy mayor para hacer este personaje. Quería hacer personajes al poder ser que no fueran más jóvenes que yo me gustaba que fueran o como yo o más mayores que yo porque me encontraba más cómoda con ellos, pero resulta que con Carmen hemos llegado a la conclusión que es una mujer en toda la extensión de la palabra y que es una mujer que puede ser de cualquier edad; puede contarla en ese momento o puede ser un recuerdo, importa lo que cuenta, no importa la edad que tenga, coincide la gente. Estoy asombrada de cómo reacciona el público.
C.S.: Estoy cerrando los ojos y la estoy escuchando y sinceramente, no creo que usted pueda tener 83 años, tiene vida, transmite vida.
L.H.: Eso no está reñido con la edad. Hay gente vieja de pensamientos a los 20 años, afortunadamente conservo la niña que siempre me acompaña. Soy una mujer curiosa y soy una mujer de ahora mismo. No me siento desplazada de una sociedad sino que estoy al pie del cañón.
C.S.: Ha elegido usted una profesión que le ha dado mucha vida y poder transitar entre tantos personaje pero…
L.H.: Es un placer continuar a los 83 años aquí mismo, encima de un escenario y disfrutando de lo que me apasiona. Para dedicarte a esta profesión, tienes que construirte una vida distinta. Ninguna actriz que trabaje continuamente en el teatro, tiene una vida común con sus amigas, con sus conocidos, con su familia porque no asiste a las bodas, ni a los bautizos, ni a los entierros, porque siempre está por otro sitio, no es una vida particular, pero me siento compensada, o sea, que he perdido cosas pero he ganado otras que sigo disfrutándolas. Me he perdido momentos pero no se puede estar en todas partes. Es una forma de vida, entonces la vivo y la disfruto.
C.S.: En Valencia, muchísimos actores y actrices con muchísimas ganas de aflorar han empezado a una edad razonable pero tienen esa llama encendida Usted indicó que el teatro no te va a fallar nunca pero no es una vida normal.
L.H.: De entrada casi todo el mundo tiene que alejarse de su ciudad para hacer teatro a nivel nacional o internacional, ampliamente sin barreras. Yo me fui de Valladolid a Madrid porque era impensable, porque no existían las comunidades, ni grupos que se dedicaban al teatro. Aquí, en toda la provincia, siempre ha sido amante del teatro y ha tenido sus grupos teatrales, hay mucha afición y sobre todo, hacerlo, y en otras comunidades no. Es muy difícil hacer teatro en tu ciudad, teatro y dormir en tu cama todas las noches. He dormido muy pocas noches de mi vida en mi cama. Siempre estoy de hoteles, siempre estoy viajando, he hecho muchísimos kilómetros y sigo haciéndolos, comiendo en restaurantes, etc. Muchas cosas que parece que son estupendas a la gente que no se mueve de su sitio. Echan de menos su casita, tienes sed de casa. La profesión está muy difícil, en general porque hay mucha gente en la época que empecé a hacer teatro y muchísimos años después, ochenta y pico, noventa, nadie quería hacer teatro. La familia no lo veía con buenos ojos, ahora todo el mundo quiere salir en una televisión, todo el mundo quiere hacerse famoso, todo el mundo quiere hacer teatro, cine, variedades. No hay producción en este país como para que trabaje todo el mundo, entonces eso es una pena porque las ilusiones de cuanta gente se verán truncadas. Únicamente si lo haces con constancia, con una constancia que te minen lo menos posible cada vez que hagas un casting y te diga y otro, y otro, y otro y sigues adelante. La constancia es la manera de ser más eficaz, de llegar al final, de llegar a conseguir algo de lo que tú quieres, pero tienes que ser muy constante. Es una vida más bien de sacrificio, no quiero engañar a nadie, ni decir que esto es precioso y maravilloso y que todo y muy fácil. Es una producción difícil primero por instalarte en ella mínimamente y luego por mantenerte en ella. Es cuestión de voluntad y de sacrificio y sobre todo de aprender mucho e ir a todos los castings.Una cosa muy dura.
Entrevista realizada por Carmela Sánchez
Fotografías cedidas.
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