"Las hijas del capitán" de María Dueñas
La novela está ambientada en varios enclaves legendarios de Nueva York, como la calle Catorce, entre la Séptima y la Octava Avenida, el epicentro donde transcurrió la vida de cerca de 30.000 inmigrantes españoles que durante los años 30 se esforzaban en construir una vida en esta ciudad. Todavía son muchos los neoyorkinos que la recuerdan hoy como Little Spain. En su mayoría obreros y campesinos, gente con escasa cualificación profesional dispuesta a convertirse en mano de obra allá donde pudieran ser contratados, que huían de la miseria y la falta de oportunidades, del largo servicio militar obligatorio, de la crisis del campo y de la escasa modernización del país. Muchos abrieron sus propias casas de comidas donde compatriotas y gente de otras nacionalidades disfrutaban de los platos típicos de la cocina española. Así arranca su andadura la pequeña casa de comidas "El Capitán" hasta que la muerte accidental de su dueño, el malagueño Emilio Arenas, obliga a sus hijas veinteañeras a asumir las riendas del negocio, que convierten en un "night club". Los night-clubs eran los puntos de encuentro donde se cenaba y se bailaba a ritmo de jazz, swing, lindy hop o rumba caribeña. La sociedad neoyorkina encontró en estos locales el lugar perfecto para olvidar la difícil situación que se estaba viviendo debido a la Gran Depresión.
En Cherry Street, el enclave más antiguo de la colonia española, y en las calles colindantes se instalaron centros sociales como el Centro Vasco Americano o el Círculo Valenciano, así como cafés y casas de comidas españolas, tiendas y lugares de alojamiento para los recién llegados, como el hotel La Valenciana. Brooklyn Heights fue el tercer núcleo de residentes españoles en la época, en el que se instalaron un gran número de tabaqueros, así como gente vinculada al mar en los cercanos muelles y astilleros. Y en los muelles del East River donde desembarcaban inicialmente los buques de la Compañía Trasatlántica Española, se ubicaron negocios de renombre como Casa Victori, el restaurante La Chorrera o El Rincón de España.
En su camino, las hermanas Arenas, nuestras protagonistas, se cruzarán con algunos personajes históricos que pululaban por el Manhattan de aquellos tiempos, como Xavier Cugat, el principal precursor de la explosión de los ritmos tropicales en Estados Unidos y director de la orquesta del hotel Waldorf Astoria, descubridor de grandes artistas como Rita Hayworth o Charo Baeza. Carlos Gardel fue otro de los grandes ídolos para la colonia hispana de la época. Se instaló en Nueva York durante un año para componer nuevos temas y filmar varias películas cinematográficas. El bailaor sevillano Eduardo Cansino emigró a Estados Unidos junto a sus hermanos. Allí se casó con una irlandesa y del matrimonio nació una niña a la que enseñó flamenco y desde muy jovencita actuó con él como pareja de baile. Desde Nueva York, la familia se trasladó a California, buscando para Margarita un futuro en el emergente mundo del cine sonoro, así nació la estrella Rita Hayworth. La figura de Alfonso de Borbón y Battenberg, conde de Covadonga, tiene un papel importante en la novela, ya que en los años 30 residió largas temporadas en la Gran Manzana disfrutando de una activa vida social. Nacido en el Palacio Real de Madrid y primogénito de Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, estaba destinado a ser rey de España, pero con la llegada de la Segunda República, toda la familia se vio obligada al exilio. Padecía hemofilia, tenía un buen carácter y para contraer matrimonio con la cubana Edelmira Sampedro renunció a sus derechos dinásticos, lo que supuso un escándalo.
Aquellos inmigrantes viajaban con la idea de volver a España pero la coyuntura histórica los dejó varados. Fieles a su esencia obrera, fueron férreos defensores de la República y durante la Guerra Civil se movilizaron muy activamente en su favor. Casi todos pertenecieron a asociaciones regionales y fueron también miembros de alguna de las grandes sociedades transversales de socorros mutuos, entidades que con el tiempo acabaron convergiendo en una única que aún pervive en la calle Catorce y que tiene su papel en la novela: la Sociedad Española de Beneficencia–La Nacional.