La niña amarilla quiere contar la historia de personas que un día quisieron desaparecer y suicidarse
«¡Hola!, soy María y cuando tenía quince años intenté suicidarme». Así comienza la historia de La niña amarilla, un libro que narra la experiencia personal de la periodista valenciana y profesora de yoga, María de Quesada. Y más, porque este proyecto busca sumar muchos otros relatos suicidas contados desde el amor. «Después de mucho tiempo, y como parte de mi proceso personal, he decidido contar mi experiencia. La niña amarilla relata, desde el amor, la existencia de los pensamientos suicidas, y mi historia es solo una más», señala María de Quesada.
La niña amarilla da visibilidad a un pensamiento tabú que, lamentablemente, es una realidad. Pone nombre a emociones eliminadas por las propias personas que lo han sentido alguna vez, y por el entorno: miedos, frustraciones, desilusiones, ansiedades, gritos de atención hacia una causa conocida o desconocida, consciente o inconsciente que nos lleva a querer abandonar (nos). Que nos conduce a no querer existir para no tener que sentir.
La autora quiere cruzar al otro lado del miedo y contar aquellas historias de otros niños y niñas amarillas. Para poder llegar a todas estas personas, se ha creado la página web www.laninaamarilla.com, a través de la cual pueden relatar su experiencia así como ponerse en contacto con la escritora. La recepción de los relatos finaliza el 31 de julio y, una vez el libro esté editado, la recaudación será íntegra para una fundación que ayuda a adolescentes con depresión.
María de Quesada
Estudié periodismo y me encanta la comunicación en todas sus versiones. Actualmente creo contenidos, gestiono redes sociales y comparto el yoga con el mundo. Aproveché un viaje a EE.UU, en 2017, para formarme como profesora de yoga. El primer día, cuando nos presentamos al grupo, un compañero compartió que a los dieciséis años había intentado suicidarse y cómo el yoga y la meditación le habían ayudado a gestionar sus emociones. Mi corazón latió con fuerza, y supe que tenía que compartir mi historia y, a lo mejor, conseguir que otras personas también pudieran contar la suya. Sin vergüenza, sin miedo ni culpa; con aceptación y compasión. Transformando una experiencia traumática en amor y más amor.