La historia de los buñuelos de calabaza
La historia de los buñuelos de calabaza va irremediablemente unida a la de las Fallas. Cuentan las crónicas locales que durante los primeros años de estas fiestas, cuando el gremio de los carpinteros pidieron permiso al Ayuntamiento de turno para sacar los sobrantes de madera, trastos y muebles a la calle para quemarlos a modo de hogueras el Día de San José, las mujeres fueron quieres decidieron ponerle sabor a esta tradición que poco a poco fue calando en el pueblo valenciano.
Estas primitivas Fallas fueron concentrando cada vez más gente y el arte no tardó en llegar a ellas, primero con pequeños monigotes que representaban personas físicas y críticas a conflictos sociales y cívicos de por aquel entonces, en pleno siglo XVIII. Los vecinos se agolpaban alrededor de estas fallas en un clima festivo donde las mujeres decidieron por su parte sacar bidones de hierro a modo de fogón y decidieron crear buñuelos de viento para alimentar a los presentes.
La calabaza aún tardaría unos años en llegar. Dichas crónicas hablan de que mientras los hombres brindaban con aguardiente, las mujeres lo hacían con anís, habían nacido las fallas pero al calor de ésta también los buñuelos como un espontáneo dulce que degustar mientras se completaban. Los buñuelos eran un alimento fácil, rápido y sobre todo económico de hacer y es que por aquel entonces pocas eran las familias que vivían con grandes comodidades. Más tarde esos bidones de hierro se sustituyeron por cocinas de gas butano y los licores por un chocolate caliente para sortear el frío de la época. Fue algo normal que otras fallas “copiaran” la idea y colocaban sus buñoleras al lado de estas primitivas fallas para alimentar a los vecinos. Lo de cobrar vino ya después…
Con algo tan básico como la levadura, harina, agua y un poquito de sal se obtenía un crujiente y dulce. Hasta que llegó la calabaza y le dio a este postre vinculado espontáneamente con las Fallas un toque más dulce aún y diferente.
La mejor buñolería de Valencia
La podemos encontrar en Valencia y es de las pocas que prepara buñuelos de calabaza durante todo el año. Se llama El Contraste, toda una institución en este dulce valenciano y está situada en el barrio de Ruzafa, concretamente en el número 12 de la calle San Valero.
Ya va por su quinta generación y a la cabeza de ésta está su propietario Mariano Catalán que ha llegado a cocinar buñuelos en el mismísimo Central Park de Nueva York allá por 2006 en su lucha por reivindicar la importante de este dulce, el “bunyol de carabassa”.