La gran ola del arte japonés en el MuVIM: Hiroshige y su época
“Esta es una exposición no irrepetible —porque esperamos que hayan más como ella—, pero sí imperdible”. Con estas palabras se ha referido Xavier Rius, diputado del Área de Cultura de la Diputació de València, a la exposición ‘Hiroshige y su época. Visiones de la naturaleza en el arte japonés y chino del siglo XIX’ que se podrá ver hasta el 1 de julio en la Sala Alta del MuVIM, que expone hasta el 1 de julio la serie completa de Las cincuenta y tres estaciones del Tôkai-dô (1833-1834), obra magna del gran paisajista Hiroshige Utagawa, el artista clásico japonés más reputado en Occidente junto a su coetáneo Hokusai Katsushika. El Diputado de Cultura ha reconocido “el honor” que supone para él “presentar una muestra que nunca había sido accesible para el público valenciano”. Por eso “el visitante tendrá la oportunidad de hacer un viaje único, como el que hizo el autor en el siglo XIX”, ha añadido Rius, que ha felicitado al MuVIM por “remover” el panorama cultural valenciano con exposiciones como esta, “que enriquecen y amplían nuestro horizonte de vida”.
El Tôkai-dô era una antigua ruta que conectaba la ciudad de Edo (la actual Tokio) con Keishi (Kioto), la capital imperial. Una ruta jalonada de puestos o estaciones en donde se proporcionaba alojamiento y comida a los viajeros y a sus cabalgaduras. Hiroshige la recorrió en 1832, y, fruto de ese periplo, nació esta serie de cincuenta y cinco xilografías que constituyen una obra maestra indiscutible del género llamado fûkei-ga («grabados paisajísticos»), cuya serie completa se expone ahora en el MuVIM junto a La gran ola de Kanagawa, obra del pintor coetáneo Hokusai Katsushika, que también se puede ver en la muestra.
Para resaltar la importancia que la La gran ola de Kanagawa tiene en la cultura japonesa, Roberto Kunihik Okinaka, uno de los comisarios de la muestra, ha establecido una comparación con aquellas obras de arte que también se han convertido en icónicas para la cultura occidental: La Gioconda de Leonardo da Vinci, Las Meninas de Velázquez o El grito de Edvard Munch.
Pero no sólo en Japón: un indicio de la relevancia mundial que ha adquirido la obra de Katsushika es que forma parte del menú de emoticonos de la conocida aplicación móvil WhatsApp. Honor que comparte, precisamente, con El grito de Munch.
Una exposición muy british
“Esta exposición podría estar perfectamente en el British Museum de Londres. De hecho, han tenido muchas de este tipo. Incluso en la tienda del museo británico puedes adquirir merchandising con el motivo de La gran ola de Kanagawa: cojines, camisetas, bolsas, etc.”, ha dicho por su parte Rafael Company, director del MuVIM. Company ha incidido sobre todo en el hecho de que exposiciones como esta contribuyen a erradicar la xenofobia “lamentablemente tan presente en nuestras sociedades supuestamente avanzadas: esta muestra nos permite conocer de cerca una cultura tan importante como la japonesa”, ha dicho antes de recordar la fascinación que los europeos siempre han sentido por culturas exóticas “como la otomana: durante el siglo XVIII se convirtió en una auténtica moda, como lo demuestra la ópera de Mozart El rapto del serrallo, que está ambientada en Turquía”. Pero también ha señalado la “egiptomanía” que despertó la campaña de Napoleón en Egipto (1798-1801) o la devoción por la cultura china que se advierte en las chinoiseries rococós. Y por eso la muestra está en el MuVIM: para promover “un acercamiento al otro desde la admiración, el respeto y el interés por sus formas de producción y expresión cultural”.
Pero la influencia del arte japonés en la cultura occidental, ha recalcado Company, va mucho más allá de la moda: la obra de Hiroshige, por ejemplo, influyó en la obra de pintores franceses impresionistas, como Van Gogh, Manet, Pierre Bonnard o Toulouse-Lautrec: “Parte del arte occidental no sería explicable sin el arte japonés”, ha concluido el director del MuVIM.
Un arte del ‘mundo flotante’
Amador Griñó, jefe de exposiciones del MuVIM, ha subrayado la modernidad radical de las obras expuestas: “No parece que estén hechas en el siglo XIX. Podrían haberse hecho hace diez años”, mientras que Raúl Fortes, co-comisario de la exposición, ha destacado que estamos ante muestras exquisitas de un arte marcadamente popular, porque se trata de “obras que tratan de satisfacer los gustos, no de la clase aristocrática ni de la realeza, sino de los comerciantes acaudalados”. Por eso retrata imágenes paisajísticas de una ruta —la del Tôkai-dô— que era accesible para todo el mundo. A partir del siglo XIX ese tipo de pinturas se convirtió en un género propio, el ukiyo-e o ‘imágenes del mundo flotante’.
Para la cultura japonesa, fuertemente influida por el budismo, la realidad es un mundo de apariencias, ilusorio y fugaz, del que había que desembarazarse para acceder a un mundo más trascendente. “Por eso mismo, en un principio la expresión ‘mundo flotante’ tiene un sentido fuertemente peyorativo”. Pero todo eso cambia con el ascenso económico y social de la clase comerciante, “la más baja en el sistema de clases japonés, muy jerarquizado, pero al mismo tiempo la que posee dinero suficiente para adquirir obras de arte”. A partir del siglo XIX, el “mundo flotante” pierde sus connotaciones peyorativas y hace referencia a todos los aspectos agradables —placenteros— de la vida, que son los motivos artísticos que aparecen en el ukiyo-e: vistas famosas (meisho) de rutas como el Tôkai-dô, pero también retratos de actores del kabuki, uno de los géneros del teatro tradicional japonés. O incluso “imágenes de los barrios del placer —tan visitados por los mercaderes— y todo tipo de ilustraciones eróticas”.
‘Hiroshige y su época’ también incluye muestras similares de arte chino, que tanto influyó en la cultura japonesa, que permiten establecer paralelismos y advertir las diferencias entre dos expresiones artísticas emparentadas que acabaron discurriendo por caminos distintos. La muestra podrá verse en la Sala Alta del MuVIM hasta el 1 de julio del 2018. Los fines de semana y días festivos, la entrada al museo es completamente gratuita.