La biblioteca escondida en la Plaza de la Virgen
Seguro que has pasado por ella cientos de veces y nunca te has dado cuenta de que es, en realidad, una biblioteca. De hecho era hasta hace poco tan desconocida que el Ayuntamiento ha tenido que poner un cartel en la puerta indicando lo que es y su amplio horario.
Se trata de la Biblioteca Carles Ros, ubicada en una esquina de la Plaza de la Virgen, esquina con la calle del Miguelete y en un edificio de 1800 donde se guardan las sillas y el resto del “escenario” del histórico Tribunal de las Aguas. Si es cierto que su fondo bibliográfico no es muy extenso, tampoco su sala pero qué decir que se encuentra en un lugar privilegiado tanto por su ubicación como por su belleza interior.
La historia de este edificio
Se trata de un edificio que seguía las pautas de la Ilustración en cuanto a edificios públicos, no demasiado adornado e incluso pasa desaparercibido a ojos del gran público. Aunque según los libros de la ciudad no se construyó hasta el siglo XVIII sus orígenes datan de 1703 cuando ya se compraron varios solares por parte del Ayuntamiento de la ciudad.
El ideario de la Biblioteca Carlos Ros fue el arquitecto José García, por aquel entonces arquitecto mayor de la ciudad, aunque fue Cristóbal Sales quien acabaría la obra tras la muerte del primero. Y no, su primera función no fue la de ser una biblioteca para los habitantes de València.
Su finalidad era la de servir a magistrados y otras personalidades como punto de encuentro junto a la catedral en los días más señalados en el calendario, es decir en los días de celebración religiosa. Eso sí, se ha encontrado en otros libros otra función de este edificio donde se asegura que se levantó para ser sede del juzgado municipal de distrito.
Su fachada es de estilo neoclásico y destaca la robustez de la planta baja realizada en sillería. Tal y como destacan en arquitectosdevalencia.es, “el contraste de materiales de las plantas superiores, con el ladrillo visto utilizado en los entrepaños y la piedra sillar empleada en los recercados de huecos, impostas y esquinas, destacando, en la fachada de la calle Miguelete, el grupo escultórico que representa el escudo de la ciudad”
Presenta un amplio vestíbulo, también neoclásico, con sus tres puertas de acceso de gran altura, con columnas dóricas e iconografía alegórica referente a Valencia. Destaca su escalera, de planta cuadrada, que conduce al salón del primer piso y cuyo techo se adorna con pinturas al fresco de Vicente López y que también hacen referencia a la ciudad.