''Los campaneros formamos parte del patrimonio"
La afición al estudio y toque de campanas se la inculcó su padre, un erudito de la cultura valenciana que “subía todos los días al Micalet, ya como jubilado, para hacer ejercicio y hablar con la gente”. Hizo que su hijo, Francesc Llop, descubriera el mundo de los campaneros, como podría haberle introducido en otros muchos de València que conocía bien. Así, en 1968, empezó su acercamiento “antropológico”. Primero fue presidente del Gremio de Campaneros y, desde 2004, de Campaners de la Catedral.
En estos más de 50 años, ¿cómo describiría la evolución de la labor del campanero?
Antes eran la gente más baja del escalafón social. Los consideraban unos desgraciados que tocaban porque no tenían otra cosa que hacer. Entonces, si a alguien no le pagaban no tocaba. Ahora se hace por afición. Los campaneros formamos parte del patrimonio cultural; mientras que antes eran la última sardina del plato.
¿Tiene que ver ese reconocimiento social con la afición existente en la Comunidad Valenciana?
Desde luego, aquí empezaron a electrificarse porque, cuando se moría el campanero, la gente no podía pasar sin escuchar el tañido de las campanas. En otros lugares, cuando ya no cuentan con su campanero se pierde el toque. Por exceso de amor a las campanas se han electrificado, entre los años 70 y 80, alrededor de 1.500 campanarios valencianos, mientras que en Aragón, por ejemplo, empiezan ahora a electrificar.
¿Y ese amor del que habla ha constituido la base para la declaración de Bien de Interés Cultural?
De hecho, es la única comunidad que lo tiene. Valencia, Castellón, Segorbe y Albaida son los cuatro BIC. El Ministerio lo ha declarado Manifestación Representativa del Patrimonio Inmaterial Español. Esta protección tiene algo de magia, porque la gente lo mira de otra manera. Está al mismo nivel que toros, flamenco o Semana Santa.
¿Cuántos campaneros tocan en la Comunidad Valenciana?
Somos 300; el 80%, con menos de 40 años. Ahora hay mucha gente joven que quiere aprender a tocar campanas. En los últimos años se han restaurado 400 campanarios. La pena es que nos falta una generación intermedia, la existente entre abuelos y jóvenes, que se perdió por el desprestigio que en el pasado tuvo el oficio de campanero y la electrificación.
Ustedes ayudan a formar campaneros. ¿Requiere de unas condiciones especiales dedicarse a esta práctica?
¿Cuánto cuesta aprender a bailar? Para unas personas más, para otras menos… Es como dibujar; si no tienes gracia, no aprendes. Las campanas enganchan o asustan. Se trata de una práctica muy emocionante.
Le insisto en este tema. ¿Hace falta unas cualidades concretas para ejercer con acierto de campanero?
Hay gente que en tres días de fiestas ya ha aprendido. Es una cuestión de armonía entre tu cuerpo y la campana. No se trata de fuerza. Pero has de tener en cuenta que, en la Catedral, la campana que menos pesa alcanza los 200 kilos; y, la que más, los 2.500. En la práctica resulta como ponerte delante de un camión y pararlo. Es un mundo de ritmo y compromiso.
Y de una larga historia y tradición. ¿De qué año es la campana más antigua de la Catedral?
Hay 11 campanas. La más antigua, Caterina, data de 1305, y la más nueva, Violant, de 1735. La partitura que utilizamos es de 1705. Con esa historia, la gente a veces nos pregunta que por qué no nos vestimos de una forma especial, como si fuéramos de saragüell, por poner un ejemplo. Me gustaría insistir mucho en que no nos vestimos para tocar. Somos personas actuales que tocamos para nuestros vecinos, personas del siglo XXI. No estamos representando.
Por lo que relata, el toque de campana de Valencia es referente. ¿Les llaman de otros lugares para contar su experiencia?
En los últimos meses he estado en México, Portugal, País Vasco, Navarro, Cataluña,…hablando de campaneros valencianos. Nuestra web, campaners.com, constituye un referente mundial de consultas. Cada año, desde hace 30, organizamos un encuentro autonómico, y vamos cambiando de localidad. Ahora los campaneros formamos parte del patrimonio, estamos orgullosos de que nos califiquen de voz de la comunidad. En días como El Corpus, no cabe toda la gente que nos pide estar en la torre delMicalet para ver el toque de campanas. Existen cuatro tesis doctorales hechas y tres en marcha sobra campanas de la Catedral de València. No es solamente subir y tocar, sino que se trata de investigar, de vivir una experiencia reflexiva.