Elitismo local
Inexorablemente la condición que no me cansaré de reconocer como propia, indisoluble para con mi persona si me apuran, no es otra que la de “ esnob de ensoñación dandy “, manifestada, por ejemplo y entre innumerables conductas, desde el paroxismo de publicar un provocador ensayo bajo el título de “El elitismo como la nobleza del socialismo” que se puede leer en internet y donde trato de señalar algunas miserias de la contemporaneidad concatenando, consiguientemente, la oda al elitismo universal.
Descendiendo a un ámbito más prosaico es esta condición que la asumo como identidad, la causante asimismo de focalizar el decoro de mis ocupaciones por encima de su prosperidad pecuniaria, porque soy un firme convencido de que uno de los dorados eslabones que decoran la sublime elegancia, ya no es tanto lo acaudalado de unos ingresos, sino el origen de los mismos, porque al fin y al cabo, un narcotraficante por inmensamente rico que sea no ascenderá jamás desde las bajezas sociales y morales que le invaden y deberían atormentar siendo digno del más cruel de los desprecios. Y es que la virtud y mucho menos la excelencia se pueden concebir en el vulgar mercado del dinero.
En el citado ensayo doy cabida al Ateneo Mercantil, acertadamente presidido por Carmen de Rosa bajo el título de “ Elitismo urbano “, por lo que permítame querido lector darle mayor alcance a esta cuestión introduciendo actores y rebautizando tras las letras que titulan estos párrafos.
El paralelismo entre el Ateneo Mercantil y la Real Sociedad Valenciana de Agricultura, en mi opinión, resulta difícilmente soslayable en serena reflexión. La progenie decimonónica compartida lo avala así como su trascendencia y lo cuán determinantes en la configuración de la Valencia moderna han supuesto, convirtiéndoles en dos diáfanos espejos mediante los cuales contemplar la historia contemporánea local para todo aquel que haya indagado rigurosamente en los tiempos, ejercicio especialmente recomendable en estos momentos de perverso revisionismo y fáctica desmemoria. También insoslayable desde el elitismo bien entendido que emanan ambas instituciones, pues durante el transcurso de los decenios nuestros más ilustres paisanos han ostentado de una u otra forma una cierta vinculación.
Ante la premisa del 160 aniversario de esta última, hace escasos días, Lluís Bertomeu responsable de que ustedes puedan leer esta sección y profesional de altura en sus vertientes de comunicador, difusor y asesor que han permitido la progresiva cotización de su empresa Satori, me citó oportunamente para hacerme eco del programa previsto en conmemoración de la efeméride. Así pues me encontré sentado en la mesa de una de las salas del histórico edificio presidida al unísono por D. Manuel Sánchez y D. José Francisco Ballester-Olmos, - respectivos presidente y secretario - y rodeado al mismo tiempo por un conjunto de profesionales de la comunicación que en su inmensa mayoría optaron por un aspecto “ en mangas de camisa “ haciéndome sentir el “primus inter pares”, pues yo opté por la corbata porque intuí de manera infalible que sería el atuendo de mis anfitriones y con meridiana claridad comprendo que me debo a ellos.
El señor Ballester-Olmos tras recordar a raíz de mi propia intromisión a mi tía abuela Marita autora de distintas obras editadas por la Real Academia de Cultura Valenciana entidad de la que el susodicho es vicedecano, recogió el testigo y en un derroche de oratoria habló del pasado, presente y futuro del popularmente conocido como “Casino de Agricultura”.
Una sucesión de conferencias, torneos, entregas de premios… se darán cita a lo largo del calendario, con el mismo afán integrador que ha caracterizado la gestión de los últimos años.
Porque el elitismo es la nobleza del socialismo.