El país de los 10.000 vecinos
Viajar a Nauru es hacerlo a una república situada en pleno océano Pacífico. Es tan solo una isla perdida de casi toda civilización pero también refugio de unos cuantos vecinos que tienen en sus playas y su vegetación todo un tesoro del que disfrutar.
Se encuentra a más de 4.000 kilómetros de Australia. Y es que para sus habitantes casi todos los países vecinos le quedan lejos. Tiene tan solo 21 kilómetros cuadrados y el coral de su costa es uno de sus máximos imanes para los turistas que quieren vivir en su propio confín del mundo.
Independizado de Australia en 1968, Nauru tiene en el fosfato su recurso económico más preciado, aunque su severa explotación ha amenazado de forma irreversible esta fuente de ingresos. Su posición como lugar para la evasión fiscal también le ha señalado en ocasiones en el mapa del Planeta.
El 63% de su geografía es vegetación y las traqueófitas dibujan su bello paisaje. Pero, sin embargo, son sus playas las que ofrecen un lugar para el turismo más evocador y recóndito en este país donde los teléfonos móviles se introdujeron hace apenas cinco años.
Viajar a Nauru es visitar su famosa laguna de Buada. No tiene conexión al mar y es un paradisiaco lago situado a cinco metros sobre el nivel de mar, lugar de interesantes y bellas puestas de sol que merece la pena tener en cuenta.
Nauru también es conocida por la isla de los obesos y es que el 90% de su población foránea lo está. En cuanto a sus lugares de interés, la bonita Anibare Bay, considerada una de las mejores postales paradisiacas del Planeta, las montañas de Central Plateau, el Parlamento y los tanques japoneses como recuerdo de antiguos conflictos que apuntan al mar.