Crítica de Richar Jewell y 1917
Richar Jewell
Si el pasado año despedíamos al Clint Eastwood actor con la correcta Mula; el veterano director inaugura la cartelera de 2020 con este excelente largometraje. Al reputado cineasta no le tiembla el pulso a la hora de recrear unos hechos reales que contienen una denuncia contundente contra las cloacas del FBI y la manipulación de la opinión pública por la prensa sensacionalista. Además, sirve de homenaje a un héroe que evitó una masacre. Estamos, pues, ante un estreno plenamente recomendable cuyo mensaje invita a reflexionar.
El 27 de julio de 1996, en un céntrico parque de Atlanta, estalló una bomba durante un concierto al que asistían miles de espectadores, coincidiendo con la celebración de los Juegos Olímpicos. El atentado podría haber causado decenas de víctimas mortales, pero un guardia de seguridad, Richard Jewell, advirtió a la policía de la existencia de una mochila sospechosa y pudieron alejar al público que se encontraba cerca del artefacto. En pocos días, este hombre valiente pasó de recibir multitud de reconocimientos por su acción a ser el principal sospechoso del acto terrorista.
El film consigue atrapar la atención desde las secuencias iniciales que sirven de presentación de los protagonistas: un joven simple, atento y servicial que soñaba con convertirse en agente de la ley y vivía con su madre, y quien sería su abogado, el temperamental Watson Bryant. A continuación, el realizador tira de su reconocido oficio y nos traslada al lugar donde se produjo la explosión, elevando la inquietud por lo que pueda ocurrir.
Superado el suceso, escenifica con total nitidez las manipulaciones e intereses que voltearon la situación y la consideración del humilde vigilante; construyendo una intriga redonda que resuelve eficazmente en el fondo y en las formas.
Seguramente la intención fundamental de esta producción reside en contar una historia interesante, que reúne los elementos idóneos para componer un thriller de altura como así ocurre.
Ahora bien, implícitamente advierte sobre el peligro y las consecuencias de dar por sentada cualquier información dirigida a condenar a quienes son investigados y de inmediato señalados por los medios de comunicación (hoy también por las redes sociales) antes de pasar por el estrado.
Paul Walter Hauser (Infiltrado en el KKKlan, Yo, Tonya) y Sam Rockwell (Tres anuncios en las afueras), bordan sus respectivos papeles. Se unen a ellos Olivia Wilde (House), la veterana Kathy Bates (nominada al Globo de Oro) y Jon Hamm.
1917
El virtuosismo de esta magnífica e impresionante película de Sam Mendes (American Beauty) es comparable al de la memorable Salvar al soldado Ryan (1998). Prácticamente desde el primer minuto atrapa completamente la atención del espectador al proyectar con apreciable intensidad la tensión constante a que se ven sometidos sus protagonistas, convirtiéndose en toda una experiencia. Su extraordinaria realización aprovecha a la perfección el potencial de una aventura singular, con connotaciones épicas y fondo emotivo, que no da respiro hasta el final (y aun así, al acabar la proyección muchos seguirán absolutamente obnubilados).
Tras la sangrienta batalla del Somme, el general Erinmore encomienda a los jóvenes cabos Schofield y Blake una misión altamente arriesgada: deberán atravesar territorio enemigo y llegar a la vanguardia de las tropas británicas con la orden de detener el ataque que están preparando. Desconocen que los alemanes, lejos de retirarse como parece, les han tendido una emboscada. Si no lo consiguen 1.600 hombres podrían perecer. Lograr su objetivo se convertirá en una peligrosa carrera contrarreloj.
Atendiendo solamente a la sinopsis, puede antojarse que estamos ante un relato sencillo y previsible; sin embargo, sus méritos comienzan en la propia historia, que hace del recorrido de ambos personajes una continua sucesión de impactantes y sorprendentes imprevistos. Además, adoptando esa perspectiva particular acierta a la hora de esbozar una panorámica ilustrativa de la terrible y cruenta guerra de trincheras que se libró en Europa. Pone la guinda el hecho de que el hermano de uno de los soldados forme parte del batallón al que va destinado el mensaje, lo que permite incorporar una dosis de sensibilidad que aflora en los instantes oportunos.
Por otro lado, la sensación de que todo el rodaje se haya realizado con apenas dos o tres planos secuencia (aunque realmente se recurriera a más tomas) refuerza el carácter inmersivo de la puesta en escena. Ello requiere unos esfuerzos dignos de reconocimiento que pasan por una precisa sincronización, ensayos previos, y la resistencia física de los actores. En ese aspecto los diferentes apartados rinden al máximo nivel, a los que se suma una eficaz banda sonora de Thomas Newman.
Sus intérpretes principales: Dean-Charles Chapman (Juego de tronos) y George MacKay (El secreto de Marrowbone) superan con sobresaliente el reto y las elevadas exigencias de sus papeles. Se unen en momentos puntuales: Colin Firth, Mark Strong y Benedict Cumberbatch, dentro de un amplio elenco impecable incluso en los roles con menor participación.