La sección oficial de Cinema Jove radiografía la desorientación de la juventud contemporánea
Cinema Jove, el festival cinematográfico de referencia del Institut Valencià de Cultura de la Generalitat, se convierte edición tras edición, y van 32, en un renacer de las inquietudes de las jóvenes generaciones a través de las propuestas de sus directores a concurso. Este año, la mayor parte de los largos que conforman la sección oficial sitúa a sus personajes en encrucijadas personales. "En su conjunto, la programación diagnostica el presente para, más que darle soluciones, brindar una radiografía del aquí y el ahora de los más jóvenes", ha afirmado el director del festival, Carlos Madrid.
Según el secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, "hoy desvelamos una de las partes importantes de la edición 2017 de Cinema Jove, que en sí misma empieza una nueva etapa del festival y que trata una temática social central con una selección de títulos realmente acertada".
Conflictos de género, de familia y de identidad se pueden rastrear en las películas procedentes de Polonia, Brasil, México, Bélgica, Argentina y Austria. El resto de los títulos seleccionados repara en el contexto socio-político de sus países, recalcando el machismo de las sociedades de India y Sri Lanka, el tabú de la homosexualidad entre la población negra de Sudáfrica y la decadencia del centro histórico de Bogotá.
Las películas vienen avaladas por su presencia y su reconocimiento en los principales festivales de cine del mundo. Hay largos seleccionados en Cannes, Berlín y Sundance, y proyectos ganadores en Rotterdam, Guadalajara, Tokyo, Río, S�o Paulo y el SXSW de Austin. Y, por primera vez en la historia del festival, el número de directoras supera al de hombres, con un 60% de los títulos seleccionados lideratos por mujeres, lo que, en opinión del director, "denota normalidad, ya que no ha sido un porcentaje buscado, sino fruto de la casualidad".
Entre los filmes seleccionados hay espacio para la erótica de alto voltaje, con los ejemplos de la belga 'Even Lovers Get The Blues', donde a ritmo de música y espoleados por el duelo, un grupo de jóvenes de treinta años trata de resolver sus problemas existenciales, y de la polaca 'Satan Said Dance', un muestrario en Instagram de los excesos de su desubicada protagonista.
Las tensiones paterno-filiales afloran en la brasileña 'La mujer del padre', sobre la hija adolescente de un hombre ciego, atrapada en un rincón rural en la frontera de Brasil con Uruguay, y el choque violento entre el padre y el hijo de la argentina 'Vigilia'.
Hay dramas iniciáticos, con independencia de la edad de sus protagonistas, como la austriaca 'Seventeen', protagonizada por una adolescente que vive, ama y crece en un pueblo, y la mexicana 'Los años azules', donde cinco jóvenes de veinte años definen sus vidas bajo una parte del techo de una vieja casa y delante de la atenta mirada de un gato.
En un envite reivindicativo, el comité seleccionador ha apoyado dos proyectos de riesgo para sus directores, la película de Sri Lanka 'Burning Birds', donde su autor ha sorteado la censura en el retrato de la guerra civil en su país, y la sudafricana 'The Wound', donde se revela un rito de circuncisión vivido en primera persona por Nelson Mandela y condenado por las asociaciones de derechos humanos por las decenas de muertos que provoca cada año.
Finalmente, hay lugar para el terror psicológico en la india 'Sexy Durga,' sobre la huida nocturna de una pareja de Kerala, donde se pone de manifiesto la opresión a la mujer en el subcontinente, y para el costumbrismo en la colombiana 'La defensa del dragón', que retrata la decadencia de un trío de viejos amigos, y por extensión, del centro histórico de Bogotá, con un tablero de ajedrez de fondo.
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