La colección de arte contemporáneo de la Generalitat reivindica el papel de la mujer en el panorama del arte actual
La naciente colección de arte contemporáneo de la Generalitat, que la componen 17 obras de creadoras valencianas de un total de 33 piezas, pretende mostrar el papel de la mujer en el desarrollo del arte contemporáneo actual.
Desde los pensadores exiliados de Ana Teresa Ortega, donde el tiempo y la memoria tienen un papel fundamental, hasta el cierre de la exposición que se muestra en el Centre del Carme, con la instalación de Inma Fenemía sobre la cultura de los 'mass media', la exposición ofrece un panorama del arte actual valenciano que no podría entenderse sin las aportaciones de estas y otras muchas mujeres artistas.
El conjunto de la colección se puede ver en el Centre del Carme, en la exposición 'Art contemporani de la Generalitat Valenciana. Primers moments', que la componen las obras de artistas valencianos y valencianas que adquirió la Conselleria de Educación, Investigación, Cultura y Deporte el 2017.
La exposición, abierta hasta el 23 de septiembre, ocupa cuatro salas del centro de cultura contemporánea: Refectorio, Carlos Pérez y las salas 1 y 2, que suman más de 1.000 metros cuadrados de exposición.
La exposición señala, asimismo, una serie de piezas con un planteamiento feminista, ineludible hoy en día, que se constituye como un eje imprescindible a la hora de contemplar el patrimonio artístico contemporáneo valenciano.
Según el comisario de la exposición, Ricard Silvestre, "ocurre que el planteamiento feminista por el hecho de ser un discurso tan fuerte paradójicamente ha hecho que la obra de estas mujeres siempre se haya analizado desde este compromiso y no tanto desde el fundamento estético", y ha destacado la belleza y la poética de muchas de estas obras. Ricard Silvestre ha añadido que "esta colección da un salto más allá para referirse al hecho estético y reivindicar la calidad de su trabajo como piezas representativas del arte de hoy".
De esa proyección hacia el futuro, desde la mirada al pasado, hablan las obras de Bleda y Rosa en la sala Refectori, con una comparativa histórica visualmente impactante o el horizonte tejido con hilo de oro de Anna Talens. Al mismo tiempo, Amparo Tormo filtra efectos de una estricta depuración propia de la meditada concepción del espacio.
Teresa Lanceta ha dedicado gran parte de su trayectoria a confluir con el planteamiento feminista, lo que ha derivado en una producción que juega con la línea entre arte y artesanía, con sus lienzos tejidos y la relación que esta última ha tenido antropológicamente con la mujer. Un hecho que Maribel Domènech también trabaja en su casa tejida, un lugar que implica empoderamiento de la mujer al mismo tiempo que lucha social.
En la instalación de Teresa Cebrián, la acción se centra en la palabra, esas palabras que remarcan la idea de vulneración de la expresión libre. La misma libertad de expresión que le arrebataron a Hannah Arendt, protagonista del cuadro de Mery Sales. Por otra parte, las mujeres poeta han sido inmortalizadas en la instalación de Paloma Navares también haciendo uso de la palabra y, gracias a la artista, ya no solo en el recuerdo.
En la sala Carlos Pérez, las fricciones entre lo cotidiano y lo tecnológico se activan con la obra de Rosana Antolí, cuya instalación de cuerpos oscilantes anima al espectador a participar activamente en la obra. Impactante es, asimismo, el artefacto aéreo de Olga Diego, en su búsqueda de la máxima libertad posible.
Tania Blanco inicia el recorrido en las salas 1 y 2 con su serie sobre la justicia social, donde se reivindican acontecimientos como el del 15?M. Por su parte, Art al Quadrat escenifica en su instalación el concepto abstracto de la economía y el impacto que tiene en la sociedad del último siglo. Mar Arza, en su serie, reviste de una dimensión poética las triviales libretas de ahorro para reflexionar sobre el valor jerárquico de las palabras.
La obra de Pilar Beltrán, caracterizada por combinar distintos formatos en sus instalaciones, utiliza la fotografía y el vídeo para mostrar el gesto poético del viajante que mira por la ventanilla del tren, del que surge el cuestionamiento social.
La instalación de Inma Femenía sirve de colofón a este itinerario, como reflexión final, en el seno de la cultura de los medios de comunicación de masas, la artista apela a la conciencia crítica de la ciudadanía, convertida, inevitablemente, en usuario digital.
En total, 16 propuestas de 17 mujeres forman parte de una incipiente colección compuesta por 33 piezas que nace ya con la intención de integrar la mirada y el discurso del arte en igualdad.