Apoteósica Rusia, un viaje por sus mayores tesoros
El país que preside Vladimir Putin ha dejado su propia impronta en cada una de las etapas de la historia, la era de los zares, la fundación del estado soviético, la era Stalin, la desintegración de la Unión Soviética, las reformas de Gorbachov y un presente crucial para acabar de dibujar cuál es su papel como potencia mundial.
Rusia es el país que tiene fronteras con más estados, hasta 18 (Noruega, Finlandia, Estonia, Letonia, Bielorrusia, Lituania, Polonia, Ucrania, Abjasia, Georgia, Osetia del Sur, Azerbaiyán, Kazajistán, China, Mongolia y Corea del Norte) y comparte las marítimas con Japón y Alaska, que es un estado de los Estados Unidos. Está presente en el océano Ártico, el océano Pacífico del Norte, y en mares interiores tan importantes como el mar Báltico, el mar Negro y el mar Caspio. Y es que mucho ha llovido desde la fundación de Rusia, alrededor del siglo III d. C gracias a eslavos orientales desplazados, hoy en día los 83 sujetados federales en los que está repartido el país, le colocan como 6º país con el Producto Interior Bruto (PIB) más elevado del planeta, solo en 2012 este ascendió a 2. 812. 383 millones de dólares.
Pese a poseer un clima helado que se extiende prácticamente por todo el territorio, con grandes nevadas en las épocas más frías del año y que llevan a extender un manto casi perenne de nieve durante todo el otoño y el invierno, Rusia es un valor en alza cara al turismo. Sus grandes avenidas y sus emblemáticos edificios, llaman cada vez más la atención a personas de medio mundo. Volcanes como el Kamchatka, las montañas del Cáucaso, islas como las de Nueva Siberia, Kuriles, Wrangel y Sajalín, ríos como el Volga, Don, Kama yOká e impresionantes lagos como el Baikal, el Ládoga o el lago Onega, son la parte natural más espectacular de un país aún por descubrir mucho más allá de grandes urbes como Moscú o San Petersburgo, impresionantes de todos modos.
Qué ver en Moscú
La capital, Moscú, alberga 11 millones de personas y está considerada una de las capitales más fastuosas e increíbles del planeta. Localizada a orillas del río Moskvá, es tras Estambul la ciudad “europea” más poblada, posee cuatro aeropuertos internacionales, uno de los metros más profundos y largos (270 km) del mundo capaz de transportar diariamente a 9 millones de personas, y hasta nueve estaciones de ferrocarril.
Además, según la prestigiosa revista Forbes, es la ciudad donde viven más cantidad de multimillonarios por metro cuadrado, más que otros países como Arabia Saudí. También es de las más caras y tiene en puntales económicos como los productos químicos, la metalurgia, el alimento, el textil, los muebles, la producción energética, la producción de helicópteros o el desarrollo del software y las industrias de maquinaria, sus mejores bazas.
Ciudad de contrastes sociales, Moscú posee un elevado número de edificios renacentistas, barrocos y modernos, además de edificios típicos de la llamada arquitectura rusa, un género propio dentro del arte. Moscú es un museo al aire libre y eso se nota en cada una de las esquinas de la ciudad. La primerísima parada obligada es el Kremlin. Se trata de un conjunto de edificios de carácter político y religioso formado por cuatro palacios y cuatro catedrales y cuya toponimia hace referencia a las murallas de la ciudad, además fue lugar de residencia de la familia real moscovita.
En Moscú también destaca la Plaza de las Catedrales, que se encuentra rodeada de seis edificios, incluyendo tres catedrales como son la de la Dormición, la del Arcángel Miguel y la de la Anunciación, construidas entre finales del s. XV y principios del s. XVI. El Kremlin también alberga el Palacio del Senado de estilo neoclásico, la Armería, el Arsenal, palacios como el Estatal, el de las Facetas, el Poteshny y el de los Terems, así como diferentes monumentos e iglesias y el Gran palacio, residencia del presidente ruso de turno de 125 metros de largo.
No menos famosa, es la Plaza Roja, centro neurálgico de la ciudad con unos impresionantes 23.100 m². Situada en el barrio Kitay-górod, fue mandada a construir por Iván III y su construcción tuvo la finalidad de servir como epicentro comercial a los rusos, aparte de para celebrar acontecimientos y coronaciones. La Plaza Roja es el km 0 de todo el país y, como curiosidad, su denominación “roja” no es por el color del comunismo, ni por el color de la plaza, si no que la palabra proviene de una antigua palabra rusa que significa “bonita”.
Dicen de ella que es una de las catedrales más bonitas del planeta, el zar Iván El Terrible la mandó construir y se tardaron hasta seis años en llevarla a cabo, hasta mediados del s. XVI, la Catedral de San Basilio. Es el templo ortodoxo por excelencia de la ciudad, cuenta la leyenda que dicho zar dejó ciego al creador de la catedral, el arquitecto PóstnikYákovlev, para evitar que levantara una construcción más bonita que esta.
Sus cúpulas redondas, su multitud de colores cálidos y su gran belleza son cita obligada para la peregrinación de los turistas, además es Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO desde 1990 y el ejemplo más claro del conocido estilo arquitectónico como ruso-moscovita.
También hay que visitar el famoso Teatro Bolshoi, levantado en 1825 se le conoce también como el “teatro grande” y es el mayor de la ciuda. Se construyó sobre el solar dónde se incendió el emblemático Teatro Petrovsky -por aquel entonces los teatros eran propiedad imperial-. En él se representan obras de teatro, danza y ópera -la obra Cenicienta fue la encargada de inaugurarlo-, tiene cabida para 1.700 personas y es el más importante de todo el país. Sirvió también, en la época la antigua URSS, como lugar para discursos comunistas dónde dirigirse a las clases más pudientes de la sociedad rusa.
Pasar por la Avenida de Lenin es inevitable, es la segunda vía más ancha de todo Moscú y la más conocida. Pasear por ella es conocer el estilo de vida ruso a pie de calle donde hoteles, grandes almacenes, instituciones del gobierno… forman parte de sus edificios. Llega a atravesar cuatro distritos: el central, este, oeste y sudoeste, y está comunicado con el importante Boulevard Yakimanka y toma su nombre, obviamente, del comunista y revolucionario ruso, Vladimir Ilich Lenin, todo un símbolo del país.
Su mausoleo es otro de los lugares más visitados de la capital rusa y es que Lenin es una de las grandes figuras rusas de todos los tiempos, el país fue consciente de ello tras su muerte y le construyó un mausoleo en 1924 que alberga su cuerpo embalsamado. Se encuentra en la misma Plaza Roja y se construyó en apenas tres días, siendo antes era de madera, pero cambiándose para su mejor mantenimiento. Se calcula que más de 10 millones de personas ya han pasado por ahí desde su apertura al público.
El Parque Sokolniki es el más popular de la ciudad y un lugar ideal y bucólico dónde escaparse más allá del bullicio de la ciudad. Su nombre hace referencia a un halcón que tenían los grandes duques de Moscú para cazar, Pedro el Grande fue su promotor y abrió sus puertas en 1878. Posee una extensión de seis kilómetros cuadrados, tiene fuentes y estanques, atracciones y puestos de comida y en él se pueden practicar diferentes deportes como patinaje, por ejemplo. Otro de los lugares más representativos de Rusia es el Convento Novodevichi, considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y situado al sudoeste de Moscú.
Se fundó en 1524 por Vasilio III y en principio solo accedían a él mujeres del ámbito real que decidían tomar los hábitos. Está formado por cinco cúpulas y hasta la segunda mitad del s. XIX también fue utilizado para “reformar” a las mujeres de la ciudad. Y para los amantes de los museos, el de Bellas Artes Pushkin es el museo por excelencia de la ciudad, dedicado al arte europeo y erigido en 1912. Ubicado en la calle Voljonka, fue inaugurado por el zar Alejandro III y se caracteriza por sus columnas atenienses y estilo sencillo, a diferencia de otros grandes edificios rusos. Posee más de medio millón de piezas, entre ellas pinturas impresionistas, arte egipcio y momias, obras de arte griega, pintura francesa, etc. La galería nacional de arte Tretyakóv, los rascacielos Siete Hermanas y un sinfín de lugares más convierten a esta ciudad en un valor seguro cara el turismo más exigente.
Qué ver en San Petersburgo
San Petersburgo, al oeste de Rusia, es con seis millones de habitantes la segunda ciudad más importante del país. Fue fundada en 1703 por el zar Pedro el Grande, posee una temperatura más cálida que el resto del país y es la más occidental de las ciudades rusas. Es un centro financiero e industrial y tiene en sectores como el comercio de petróleo y gas, astilleros, industria aeroespacial, software, radio y electrónica, información y ordenadores; construcción de maquinaria, maquinaria pesada y transporte, algunas de sus bazas económicas.
Tiene más de 200 museos y aglutina lugares de interés como, por ejemplo, la catedral de san Isaac, el gran teatro Mariiski, la iglesia de san Salvador, el museo Hermitage, el palacio de Catalina, la plaza del palacio, nuestra señora de Kazan, el palacio de Peterhof, la iglesia de la resurrección, la fortaleza de san Pedro y san Pablo, la catedral Smolny, la columna de Alejandro, sus canales y sus paseos en barca, la casa Singer, el palacio Belosselski, el holandés errante, el estado mayor general, el golfo de Finlandia, palacio de Tauride, sus puentes, la mezquita, el museo de artillería, la isla de Kronstadt, la puerta triunfal de Narva, el monasterio de Alejandro Nevski, la plaza de los Decembristas o la de Ostrovkogo o la iglesia de la santa Trinidad, entre otros. A parte de estas dos grandes urbes, este gigante país también ofrece otros interesantes lugares como Irkutsk, o Ekaterimburgo, ideal para amantes del turismo de aventura y de actividades al aire libre, Riazán, la fortificada ciudad de Nizhni Nóvgorod, Yaroslav, VelikiÚstiug digna de cuento de hadas, Pskov, Astracán… multitud de lugares que nos esconden un país con gran cantidad de secretos dignos de ser descubiertos.