La Almoina, donde la Inquisición quemaba a los homosexuales de Valencia
En la España de la Inquisición, en plena Edad Media, más valía ser católico, practicante y políticamente correcto para no caer en manos de una de las tantas formas de ajusticiamiento que imperaban en la sociedad, también en la valenciana.
Es de sobra conocido como algunos puntos de Valencia como la Plaza de Brujas (donde estaba situada la horca de la ciudad), la plaza del Mercado Central (donde tenían lugar diferentes juicios públicos) o el cauce del río Turia a su paso por las Torres de Serrano eran los lugares predilectos de la Inquisición para acometer crueles asesinatos a la vista de los vecinos.
Si hay algo que no soportaba la Inquisición era la homosexualidad y ésta eligió un sitio histórico de la ciudad para acometer sus crímenes. Y es que en plena Edad Media, la homosexualidad era condenada muy duramente -aunque en menor proporción que la sufrida por judíos y herejes, al menos según las crónicas de la época- .
Según los Fueros, los homosexuales debían morir en la hoguera, incluso algunos de estos asesinatos se cometieron dentro de las iglesias. En Valencia, la Inquisición comenzó a actuar a finales del s. XV con la llegada del primer inquisidor a Valencia, el dominico Joan Epila.
La Almoina fue el lugar reservado para acometer el ajusticiamiento contra este colectivo (también en este lugar se quemaban cientos de biblias consideradas como falsas). Uno de los asesinatos más populares de la época fue el sucedido a finales de 1400 contra Margarita o Miquel Borras.
Era hijo de un notario de Mallorca y le gustaba ir vestido de mujer. Obviamente Miquel no pasaba desapercibido en una sociedad que nada tiene que ver con la de hoy en día. Su popularidad pronto empezó a destacar entre los vecinos de la ciudad y también el tormento que éste sufrió. Fue ahorcado, eso sí vestido de hombre, en la Almoina, no quemado.
Miquel terminó en la horca sin ropa interior para, según la Inquisición, “mostrar sus vergüenzas y se viera que fuera un hombre”. De hecho, según las crónicas de la época fue el mismo público el que pidió a la justicia a los homosexuales para poderlos ajusticiar por su cuenta.
En ocasiones, se producía el perdón, o bien por falta de pruebas, o porque la justicia quería dar la impresión de que también tenía limitaciones. Pero lo cierto, es que casos como los de Miquel fueron algunos de los casi 1.000 que se llevaron a cabo durante los oscuros años de la Inquisición en Valencia muchos de ellos como la Almoina como triste testigo.