Cuando La Emperatriz Sissi vino a Valencia de incógnito
Casada con el emperador Francisco José de Austria-Hungria, una de las figuras más importantes de la época, la princesa Sissi pasó tres días y medio en Valencia en un viaje tan secreto como discreto. Fue a finales de 1982, en plena Navidad. Las crónicas de la época la describen como una chica de gran belleza, tremendamente silenciosa y discreta pero eso sí muy inquieta con ganas de descubrir sitios nuevos.
¿Y qué hizo la Emperatriz Sissi en Valencia? La obsesión de la princesa era pasar absolutamente inadvertida. Valencia era simplemente más otro de los destinos que visitaba de tanto en tanto en búsqueda de libertad y de conocer nuevo mundo. Sin embargo, el diario LAS PROVINCIAS, publicó el 28 de diciembre de 1892 en portada una información sobre la estancia de la emperatriz en Mallorca con lo que se intuia que Sissí llegaría a Valencia muy pronto.
Estuvo en la capital del Turia tres días. Y estuvo paseando por el Barrio del Carmen del que quedó enamorada. Sissi Emperatriz también realizó algunas compras como por ejemplo azulejos, dio pasos sola por el puerto contemplando el Mediterráneo que tanto le relajaba e incluso viajo en el tren de vapor que los valencianos llamaban El Ravachol.
Quizás lo que no calló Sissi era en cómo llegar a Valencia para pasar desapercibida. El puerto de la ciudad por aquel entonces poco tiene que ver con el actual, era un puerto muy primitivo. Y entonces llegó Sissi con su yate imperial de tres mástiles y dos chimeneas, con potentes ruedas de paletas. En realidad era buque de la Marina imperial austro-húngara que ayudaba a la emperatriz Sissi a deambular por el Mediterráneo y el Atlántico con la pleitesía a bordo de 167 tripulantes atendían sus deseos.
El barco de Sissi llegó a lo que hoy es la dársena de la Américas Cup. Y según cuentan las crónicas locales al llegar al centro de Valencia recorrió la calle de San Vicente, la plaza de la Reina y la calle de Zaragoza. También visitó la Catedral, la basílica de la Virgen y la Lonja. Conoció el Mercado, la Aduana y los contiguos jardines de la Glorieta además de la feria de Navidad situada en la avenida de Navarro Reverter. Se gastó 200 pesetas en los collares y agujas de moño típicos de las labradoras, una manta típica de labrador y cerámicas de Ros y Urgell.