Michael's Legacy: detalles que dan brillo
Imitar a Michael Jackson es imposible. Y no porque sus movimientos, sus gestos y sus poses no sean reconocibles: una mano en el sombrero y la otra señalando, una pierna levantada por encima de los hombros, ahora un toqueteo que baja por el pecho hasta la entrepierna y una sacudida pélvica y, por supuesto, el mítico moonwalker
Todo bailarín con formación que se lo proponga puede llegar a copiar todas esas poses, las coreografías e incluso las muecas del Rey del pop, pero imitarle no está al alcance de nadie. Jackson es mucho más que un fenómeno, es un mito para el mundo de la música y prácticamente un dios para sus hordas de seguidores. Quien es fan incondicional, quien está sumido en su fiebre, no suele hablar tanto de su música como de su persona. Este tipo de devoción se acerca tanto a la religión que es inútil describirla con palabras.
Michael's Lecagy, el tributo al Rey del Pop creado por la Michael Jackson Dance Company, busca contentar a este tipo de fan acérrimo, por lo que cuenta con un imitador de Jackson (Ximo MJ) que conoce al dedillo sus gestos, un cuerpo de baile capaz de danzar las coreografías con los ojos cerrados y referencias constantes a 'su mensaje': paz, amor, respeto. Fue el excesivo interés en ejemplificar el impacto de Jackson en un fan en concreto lo que deslució el espectáculo, que quería fluir a través de la vida de una joven que pierde a sus padres y decide mudarse. Si bien la chica interpreta con solvencia algunas piezas del repertorio, la introducción de las canciones resulta en demasiadas ocasiones tan forzada que es imposible tomarlas en serio: desde el 'mis padres se convirtieron en ángeles' que da paso a You are not alone, la balada por excelencia de Jackson, pasando por 'el amor nació en Egipto', frase que precede a Remember the Time -con imágenes de pirámides al fondo incluidas-, y desde luego, la muerte de la mejor amiga de la protagonista que sirve de excusa para que suene Will you be there, en la cual el doble de Jackson toca, literalmente, el hombro de la muchacha, imitando las formas de un ángel recién caído del cielo.
En el otro extremo de la balanza se sitúa la colección de pequeños detalles que dan buena muestra del conocimiento del equipo del repertorio del artista y que hace las delicias de los fans: justo después de Thriller, uno de los mejores momentos que incluye zombies caminando entre el público a través de una buena cantidad de niebla, los bailarines interpretan la coreografía de Ghosts con la música de Theatened, bien enlazadas con Thriller por la temática del terror. También merece una mención la ingeniosa inclusión de Is it scary y el guiño al álbum Invencible a través de un breve fragmento de You rock my world. Y, desde luego, la decisión de incluir el portentoso pedazo de la versión extendida del video de Bad en el que Jackson se pavonea ante sus rivales mientras pregunta: who's bad?
Aunque se agradeció que el espectáculo no fuera una mera reproducción de un concierto del ídolo del pop, faltó algo más de la inventiva, de esa que salió a relucir en la coreo de Dirty Diana, a cargo de cuatro bailarinas que no necesitaron del doble de Jackson para enamorar. Copiar al detalle los pasos de baile, ya sean sacados de videoclips, actuaciones televisadas, Grammys o conciertos tiene su riesgo, ya que los fans del Rey conocen cada movimiento y no les cuesta detectar los fallos, y más si no hay pirotecnia ni elementos espectaculares que desvíen la atención. Por otro lado, traducir el himno solidario por excelencia, We are the world, resulta totalmente innecesario, y más después de depositar el sombrero y el guante de Jackson en medio del escenario rodeado de rosas rojas, a modo de sincero homenaje final.
¿Final? No. Una fiesta nunca es una fiesta sin que todos los asistentes salten y se desmelenen, y para eso está Wanna be startin' something, una oda a la felicidad que cierra Michael's Legacy, un espectáculo que, aunque no deja sin aliento, cumple con creces su objetivo de entretener y homenajear al Rey del Pop a través del esfuerzo por acercarse a la figura del que, probablemente, sea el mayor mito de la música contemporánea. Este es el Legado de Michael Jackson, ¿qué se puede decir que no sea: ¡larga vida al rey!?