El origen de los Jardines de Viveros que desconocías
Quizás nos viene a la cabeza el antiguo Palacio Real cuando hablamos de los Jardines de Viveros pero el origen de éste es más antiguo cómo para estar solo vinculado a esta histórica edificación que, tristemente, ya no se encuentra entre nosotros.
Ante la llegada de Napoleón y sus tropas en la invasión de éste por buena parte de España, el Palacio Real de València tuvo que ser derruido alegando “cuestiones de defensa de la ciudad”. Evidencias históricas han demostrado que con los restos de la edificación se levantaron dos pequeñas montañas – de hecho son las únicas que encontramos dentro de la ciudad- y que conocemos como las montañas de Elio, en honor al general Elio, valiente defensor de la ciudad en la Guerra de la Independencia. Sobre ella también se encuentra un monumento a este general, decapitado por sus propios compañeros según instrucciones del rey Fernando VII El Deseado.
Un siglo XIX convulso para los Jardines
La historia de los Jardines de Viveros de València cambia con la destrucción del Palacio Real. Antes, no era más que un jardín privado -eso sí de grandes dimensiones- pertenecientes a la realeza cuando venía a pasar semanas a València o por motivos políticos. Tras la caída del Palacio, todo cambia en 1814. Se ordenó amontonar los escombros y se crearon las dos montañas superficiales que hoy en día vemos incluso desde la acera contigua de los Jardines. Y donde sobre ella brotan hoy flores y árboles.
La segunda mitad del siglo XIX fue convulsa para estos jardines ya que en 1868 la Junta Revolucionaria se apropiaría de los Jardines del Real, en 1874 la Corona renunciaría a la propiedad que pasaría a ser gestionada por la Diputación de Valencia a partir de 1887. No sería hasta el año 1903, cuando los Jardines de Viveros serían cedidos al Ayuntamiento de Valencia y así hasta nuestros días. El Ayuntamiento uso este jardín como viveros de árboles, de ahí su nombre actual, y en 1912 pasa a ser un parque para el disfrute libre de los vecinos.
Un paseo por sus fuentes monumentales, sus palmeras centenarias, sus numerosas esculturas, casas de pájaros de los años 30, estanques y extensas arboledas completan un jardín que, aunque muy transitado, ha visto reducir su número de visitantes tras el acondicionamiento de los Jardines del Turia, mucho más extensos, en la segunda mitad del siglo XX.
Uno de las joyas que aún conserva este Jardín es la Alquería de Canet, que se conserva como modelo típico de la arquitectura rural valenciana. O la Jardinero Mayor de la Ciudad, hoy reconvertida en oficinas municipales.
Sin duda, un lugar dónde pasear, que disfrutar y dónde disfrutar de uno de los pequeños pulmones que tiene la ciudad de València.