La cocina de antaño
Comienzo esta andadura como columnista queriendo rendir un homenaje a esas madres y abuelas que tanto tiempo dedicaban a la cocina, para que pudiésemos degustar platos tan sabrosos. Quién de nosotros no recuerda alguno de esos platos hechos con todo el amor, sin prisas, con productos de temporada en el mayor de los casos.
Recuerdo las vacaciones de verano en la que nos reuníamos los primos en casa de la "iaia" para pelar "tomaques de la pruna" y embutir-los en botellas para hacer conserva, las confituras del mismo tomate A todo esto, no faltaba el siempre eterno "putxero" y la paella, que eran obligados los domingos según hiciese más o menos frío.
Recuerdo a mis abuelos colocando las trébedes y en la sartén de tantos y tan buenos sabores, se freían patatas con ajos, pimientos, sardina de bota, huevos o lo que terciase. ¡La familia reunida formando aquel semicírculo mágico que ahora añoro y vale la pena recordar! Un dialogo mágico al son de aquellas chispas: "No juegues con el fuego o te mearas en la cama".
Oyendo la radio, cuando no se le iba la onda, nos ponía al tanto de lo que estaba pasando fuera. Aun resuena en mi cabeza la Helena Francis, Matilde Perico y Periquín y las canciones dedicadas por el hijo al padre que estaba trabajando en Alemania. Todo ello salpicado por algún eslogan publicitario, como el Cola-Cao, que cantaba: "Yo soy aquel negrito del África tropical que cultivando cantaba la canción del Cola-Cao". Esas reuniones de amigos, en torno a una comilona, preparada por mi padre, siempre basada en productos de temporada: suc d'anguiles, all i pebre, gaspatxos, pardalets fregits, granotes fregides en definitiva tantos y tantos platos que se nos están olvidando.
Cuántos hemos pedido en algún restaurante ese plato esperando encontrar aquel sabor y textura que nos trasportase al pasado y nos recordase esos días en familia alrededor de la mesa en los que todavía se podía dialogar mientras eran degustados. Todos estos momentos despertaron en mí el gusto por la cocina, con todas aquellas recetas que aprendí en un constante ir y venir de cacharros y paellas. ¡Resuenan en mi cabeza tantas cosas! "All i oli" hacer "chupchup" "gachas" "espardenya" "tonyina de sorra"
La cocina ha ido cambiando al mismo ritmo que nuestra vida. Qué difícil es encontrar un tomate que realmente sepa a tomate. Y la misma elaboración de los platos se ha visto contagiada. Qué difícil es encontrar un restaurante que tarde en hacer un buen guiso cinco o seis horas.
¿Realmente, me pregunto, vale la pena haber perdido gran parte de esto por conseguir tanto adelanto tecnológico? Entre móviles y demás aparatos, nuestra vida va a un ritmo tan vertiginoso que ni siquiera tenemos tiempo para hablar de las cosas más triviales pero más importantes de nuestro día a día. ¡Echo de menos aquel calor humano de antaño!