Un burro en lo alto de El Miguelete
Aunque hoy forme parte indivisible de la Catedral, en sus orígenes El Miguelete estaba separado por unos pocos metros de nuestra gran basílica por lo que se decidió en 1459 iniciar las obras para juntar ambos edificios.
Éstas fueron otorgadas al cantero Francisco Baldomar, reconocido profesional de la época. Muy famoso por su profesionalidad, también lo era por su carácter mundano, coloquial y por su bondad algo que era aprovechado por sus obreros para gastarle de vez en cuando alguna que otra broma. En ocasiones con poca gracia…
Cerca de El Miguelete, Baldomar tenía un cobertizo donde guardaba varios animales, entre ellos un burro al que adoraba según cuentan las leyendas de la época que han llegado hasta nuestros días. Los obreros decidieron secuestrar al burro durante la noche y, aún no se sabe cómo, consiguieron subir al pobre animal a lo alto de El Miguelete.
El burro pasó la noche en lo alto del porque aquel entonces el edificio más alto de Valencia. Por la mañana, cuando subieron los sacristanes a hacer sonar las campanas se llevaron un buen susto. Éstos bajaron sorprendidos al informar sobre la presencia de un burro en lo alto de El Miguelete.
Todo el mundo tomo este hecho como una misión del diablo como consecuencia de las prácticas oscuras de magia y brujería que se llevaban a cabo en la época. Baldomar escandalizado tuvo que ir a por su burro e intentar bajarlo. ¿Cómo? Según se dice tuvo que contratar a unos marineros expertos en el traslado de grandes pesos mediante poleas, y así poder bajar al infortunado pollino, que llegó a tierra asustado y mareado, aunque sano y salvo.
Este hecho llamó la atención de multitud de vecinos que se congregaron en torno a la catedral para observar atónitos como se bajaba un burro de El Miguelete pasando a formar parte del anecdotario de la ciudad y de este emblemático edificio de Valencia durante siglos… hasta nuestros días.