El Doctor Zamenhof, el creador del idioma esperanto que tiene una calle en Valencia
Comunica la Avenida de Pérez Galdós con la Gran Vía, cruzando todo el barrio de Pechina. Es la calle Doctor Zamenhof, un oftalmólogo polaco nacido en la segunda mitad del siglo XIX en Polonia, nominado -aunque sin suerte- 12 veces al Premio Nobel de la Paz y creador del idioma esperanto.
Dotado de una sensibilidad especial, Ludwik Zamenhof tenía un don para los idiomas. Hablaba el polaco, el ruso y judeoalemán, también el alemán, latín, hebreo, francés, griego e inglés. A parte tenía conocimientos de español e italiano entre otros idiomas que perfeccionaba en sus ratos libres, que eran pocos. Zamenhof era médico de profesión, aunque sus clientes eran mayoritariamente pobres por lo que nunca tuvo una vida holgada como otros médicos de la época.
Su infancia la pasó en la ciudad de Białystok, que por aquel entonces formaba parte del Imperio ruso aunque hora es de Polonia. En ella había importantes comunidades de polacos, judíos, rusos, alemanes y lituanos… y vio que este hecho causaba serios conflictos en la convivencia por lo que decidió crear una lengua en común para todos: nacía así el esperanto, aunque eso sí fue un proceso largo y laborioso.
En 1887 publicó un folleto en el que exponía los principios de la nueva lengua con el seudónimo de Doktoro Esperanto y mediante los cinco folletos que aparecieron en ruso, polaco, francés, alemán e inglés, respectivamente, y firmados con el pseudónimo Dr. Esperanto, sometió su proyecto de "lengua internacional" a la crítica de los expertos, con la promesa de que, al cabo de un año, la perfeccionaría con las mejoras propuestas. También envió esos folletos a multitud de revistas, gacetas, sociedades y periódicos europeos además de poner anuncios en periódicos rusos y polacos, y sacó una serie completa de libros.
A finales de 1889, debido, sobre todo, a la gran actividad editorial que asumió, quedó completamente arruinado muriendo en Varsovia en 1917 pero con una nada desdeñable legión de seguidores que hoy, aunque mermados en números, continúan luchando porque el esperanto siga vigente y tan complicada creación no muera.